Wednesday, December 22, 2021

WHO WAS THIS MAN? -- Miguel de Unamuno and his "EPILOGUE" (to Life and Writings of Dr. José Rizal de W.E. Retana)

 



"For we wish to understand the spirit of an age to see into its heart and mind, and to acquire a feel for how those who lived in it responded to their world and coped with its dilemmas." - A. C. Grayling



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LET US NOT KEEP OUR HEADS IN THE SAND


"The HISTORY of the past interests us only in so far as it illuminates the HISTORY of the present." Ernest Dimnet, 1866-1954, French Clergyman


To be persuasive we must be believable; to be believable we must be credible; credible we must be truthful." - Edward R. Murrow (1908-1965)

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(For English translation, see the bottom/end of Spanish)


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Miguel de Unamuno

 

"EPÍLOGO"
(a Vida y Escritos del Dr. José Rizal de W.E. Retana)

Acabo de leer por segunda vez la Vida y Escritos del Dr. Rizal, de W.E. Retana, y cierro su lectura con un tumulto de amargas reflexiones en mi espíritu, tumulto del que emerge una figura luminosa, la de Rizal. Un hombre henchido de destinos, un alma heroica, el ídolo hoy de un pueblo que ha de jugar un día, no me cabe duda de ello, un fecundo papel en la civilización humana.

¿Quién era este hombre?

I
El hombre

Con un íntimo interés recorría yo en el libro de Retana aquel diario que Rizal llevó en Madrid siendo estudiante. Bajo sus escuetas anotaciones palpita un alma soñadora tanto ó más que en las amplificaciones retóricas de los personajes de ficción en que encarnó más tarde su espíritu tejido de esperanzas.

Rizal estudió Filosofía y Letras en Madrid por los mismos años en que estudiaba yo en la misma Facultad, aunque él estaba acabándola cuando yo la empezaba. Debí de haber visto más de una vez al tagalo en los vulgarísimos claustros de la Universidad Central, debí de haberme cruzado más de una vez con él mientras soñábamos Rizal en sus Filipinas y yo en mi Vasconia.

En su diario no olvida hacer constar su asistencia á la cátedra de griego, á la que pareció aficionarse y en la que obtuvo la primera calificación. No lo extraño. Rizal no se aficionó al griego precisamente, puedo asegurarlo: Rizal se aficionó a D. Lázaro Bardón, nuestro venerable maestro, como me aficioné yo. En el Noli me tángere hay dos toques que proceden de D. Lázaro. Uno de ellos es el traducir el principio del Gloria como Bardón lo traducía: "Gloria á Dios en las alturas; en la tierra, paz; entre los hombres, buena voluntad". Don Lázaro fue uno de los cariños de Rizal; lo aseguro yo que fui discípulo de D. Lázaro y que he leído el diario y las obras de Rizal.

Y lo merecía aquel nobilísimo y rudo maragato (1), aquella alma de niño, aquel santo varón que fue D. Lázaro, cura secularizado. ¡Si todos los españoles que conoció Rizal hubieran sido como D. Lázaro...!

En aquellos claustros de la Universidad Central debimos de cruzarnos, digo, el tagalo que soñaba en sus Filipinas, y yo, el vizcaíno, que soñaba en mi Vasconia. Románticos ambos.

Tiene razón Retana al decir que Rizal fue siempre un romántico, entendiéndose por esto un soñador, un idealista, un poeta en fin. Sí, un romántico, como lo son todos los filipinos, según el Sr. Taviel de Andrade.

Ni fue toda su vida otra cosa que un soñador impenitente, un poeta. Y no precisamente en las composiciones rítmicas en que trató de verter la poesía de su alma, sino en sus obras todas, en su vida sobre todo.

Amó a su patria, Filipinas, con poesía, con religiosidad. Hizo una religión de su patriotismo, y de esto hablaré luego. Y amó a España con poesía, con religiosidad también. Y esto hizo que le llevaran á la muerte los que no saben quererla ni con poesía ni con religión.

"Quijote oriental" le llama una vez Retana, y está así bien llamado. Pero fue un Quijote doblado de un Hamlet; fue un Quijote del pensamiento, á quien le repugnaban las impurezas de la realidad.

Sus hazañas fueron sus libros, sus escritos; su heroísmo fue el heroísmo del escritor.

Pero entiéndase bien que no del escritor profesional, no del que piensa ó siente para escribir, sino del hombre henchido de amores que escribe porque ha pensado ó ha sentido. Y es muy grande la diferencia —sobre que llamó la atención Schopenhauer— de pensar para escribir á escribir porque se ha pensado.

Rizal era un poeta, un héroe del pensamiento y no de la acción sino en cuanto es acción el pensamiento, el verbo, que era ya en el principio, era con Dios y era Dios mismo, y por quien fueron hechas las cosas todas según el Evangelio.

Dice Retana que cuando, de vuelta Rizal á Manila en 1892, se metió en política, fundando la Liga (2), el "místico lirista" se convirtió en trabajador en prosa, y el pendant de Tolstoi en un pendant de Becerra (3). Quizás con ello prestó mayor servicio á la causa filipina; pero su figura se amengua, añade. Y el Sr. Santos (4) le sale al paso á Retana con unas consideraciones que el lector puede leer en la nota (312), página 252 de la presente obra.

Los héroes del pensamiento no son dueños de su acción; el viento del Espíritu les lleva adonde ellos no pensaban ir. Para dominar los actos externos de la propia vida, es muy conveniente una cierta pobreza imaginativa, y, por otra parte, los grandes valerosos del pensamiento, los espíritus arrojados en forjar ideas y apurarlas en sus consecuencias ideales y teóricas, rara vez son hombres de voluntad enérgica para los actos externos de la vida. Galileo, tan heroico en el pensar, fue débil ante el Santo Oficio. Y así es lo corriente y muy verdadera la psicología del maestro de Le Desciple [sic], de Bourget. Estúdiese, si no, la vida de Spinoza, la de Kant, la de tantos otros pensadores heroicos.

Rizal, el soñador valiente, me resulta una voluntad débil é irresoluta para la acción y la vida. Su retraimiento, su timidez, atestiguada cien veces, su vergonzosidad, no son más que una forma de esa disposición hamletiana. Para haber sido un revolucionario práctico le habría hecho falta la mentalidad simple de un Andrés Bonifacio (5). Fue, creo, un vergonzoso y dubitativo.

Y estos héroes anteriores, estos grandes conquistadores del mundo íntimo, cuando la acción les arrastra, aparecen héroes también, héroes por fuerza, de la acción. Leed sin prejuicio la vida de Lutero, de aquel gigante del corazón, que nunca pudo saber adónde le arrastraba su sino. Era un instrumento de la Providencia, como lo fue Rizal.

Rizal previó su fin, su fin glorioso y trágico; pero lo previó pasivamente, como el protagonista de una tragedia griega. No fue á él, sino se sintió á él arrastrado. Y pudo decir: ¡Hágase, Señor, tu voluntad y no la mía!

Es la historia misma de tantos hombres providenciales que cumplieron un destino sin habérselo propuesto, y que, encerrados en sí, construyendo sus sueños para dárselos á los demás como consuelo y esperanza, resultaron caudillos.

Dice en alguna parte Retana que Rizal fue un místico. Admitámoslo. Sí, fue un místico, y como tantos místicos, desde su torre de estilita, con los ojos en el cielo y los brazos en alto, guió á su pueblo á la lucha y á la vida.

Rizal fue un escritor, ó, digamos más bien, un hombre que escribía lo que pensaba y sentía. Y como escritor es como hizo su obra.

II
El escritor

En este libro se hallarán juicios de Rizal como escritor; en él se le examina como literato.

Hay que hacer notar ante todo, y Retana no lo omite, que Rizal escribió sus obras en castellano, y que el castellano no era su lenguaje nativo materno, ó, por lo menos, que no era el lenguaje indígena y natural de su pueblo. El castellano es en Filipinas, como lo es en mi país vasco, un lenguaje adventicio y de reciente implantación, y supongo que hasta los que lo han tenido allí como idioma de cuna, como lengua en que recibieron las caricias de su madre y en que aprendieron á rezar, no han podido recibirlo con raíces.

Juzgo por mí mismo. Yo aprendí a balbucir en castellano, y castellano se hablaba en mi casa, pero castellano de Bilbao, es decir, un castellano pobre y tímido, un castellano en mantillas, no pocas veces una mala traducción del vascuence. Y los que habiéndolo aprendido así tenemos luego que servirnos de él para expresar lo que hemos pensado y sentido, nos vemos forzados á remodelarlo, á hacernos con esfuerzo una lengua. Y esto, que es en cierto respecto nuestro flaco como escritores, es á la vez nuestro fuerte.

Porque nuestra lengua no es un caput mortuum, no es algo que hemos recibido pasivamente, no es una rutina, sino que es algo vivo y palpitante, algo en que se ve nuestro forcejeo. Nuestras palabras son palabras vivas; resucitamos las muertas y animamos de nueva vida á las que la tenían lánguida. Heñimos nuestra lengua, nuestra por derecho de conquista, con nuestro corazón y nuestro cerebro.

Retana aplica a Rizal la tan conocida distinción entre lenguaje y estilo, y la clarísima doctrina de que se puede tener un estilo propio y fuerte ó amplio con un lenguaje defectuoso, y, por el contrario, ser correctísimo y atildadísimo en la dicción, careciendo en absoluto de estilo propio.

La distinción se ha hecho mil veces; pero no llegan á penetrar en ella estos bárbaros que piensan en castellano por herencia y rutina, y que andan á vueltas con la gramática y con el desaliño. Hay que dejarlos. Toda su miserable literatura se hundirá en el olvido, y dentro de poco nadie se acordará de sus bárbaros remedos del lenguaje del siglo XVII ó XVI, nadie tendrá en cuenta sus fatigadas y fatigosas vaciedades sonoras.

El estilo de Rizal es, por lo común, blando, ondulante, sinuoso, sin rigideces ni esquinas, pecando, si de algo, de difuso. Es un estilo oratorio y es un estilo hamletiano, lleno de indecisiones en medio de la firmeza de pensamiento central, lleno de conceptuosidades. No es el estilo de un dogmático.

Vertió, como Platón, sus ideas en diálogos, pues no otra cosa sino diálogos sociológicos, y á las veces filosóficos, son sus novelas. Necesitaba de más de un personaje para mostrar la multiplicidad de su espíritu. Dice Retana que Rizal es el Ibarra y no el Elías de Noli me tángere, y yo creo que es uno y otro, y que lo es cuando se contradicen. Porque Rizal fue un espíritu de contradicciones, un alma que temía la revolución, ansiándola en lo íntimo de sí; un hombre que confiaba y desconfiaba á la vez en sus paisanos y hermanos de raza, que los creía los más capaces y los menos capaces — los más capaces cuando se miraba a sí, que era de su sangre, y los más incapaces cuando miraba á otros. —Rizal fue un hombre que osciló entre el temor y la esperanza, entre la fe y la desesperación. Y todas estas contradicciones las unía en un haz su amor ardiente, su amor poético, su amor, hecho de ensueños, á su patria adorada, á su región del sol querida, perla del mar de Oriente, su perdido edén (1*) (6).

Este Quijote-Hamlet tagalo encontró en un afecto profundísimo, en una pasión verdaderamente religiosa —pues religioso fue, como diré más adelante, su culto á su patria, Filipinas—, el foco de sus contradicciones y el fin de su entusiasmo por la cultura. Quería la cultura; pero la quería para su pueblo, para redimirlo y ensalzarlo. Su tema constante fue el de hacer á los filipinos cultos é ilustrados, hacerlos hombres completos. Y le repugnaba la revolución, porque temía que pusiera en peligro la obra de la cultura. Y, sin embargo de temerla, tal vez la deseaba á su pesar.

Rizal, alma profundamente religiosa, sentía bien que la libertad no es un fin, sino un medio; que no basta que un hombre ó un pueblo quiera ser libre si no se forma una idea —un ideal más bien— del empleo que de esa libertad ha de hacer luego.

Rizal no era partidario de la independencia de Filipinas; esto resulta claro de sus escritos todos. Y no lo era por no creer á su patria capacitada para la nacionalidad independiente, por estimar que necesitaba todavía el patronato de España y que ésta siguiera amparándola -ó que la amparara más bien- hasta que llegase á su edad de emancipación. Pensamiento que vieron muy bien los que le persiguieron, aquellos desgraciados españoles que no se formaron jamás noción humana de lo que debe ser una metrópoli y que estimaron siempre las colonias como una finca, poblada de indígenas á modo de animales domésticos, que hay que explotar.

Y ¡cómo la explotaban! ¡Con qué desprecio al español filipino, al compatriota colonial! Este desprecio, más bien que opresiones y vejaciones de otra clase, ese bárbaro y anticristiano desprecio lo llevó siempre Rizal en su alma como una espina. Sintió en sí todas las humillaciones de su raza. Fue un símbolo de ésta.

III
El tagalo

Rizal fue, en efecto, un símbolo, en el sentido etimológico y primitivo de este vocablo; es decir, un compendio, un resumen de su raza. Y como todo hombre que llega á simbolizar, á compendiar un pueblo, uno de los pocos hombres representativos de la humanidad en general.

Se comprende que Rizal sea hoy el ídolo, el santo de los malayos filipinos. Es un hombre que parece decirles: "Podéis llegar hasta mí; podéis ser lo que fui yo, pues que sois carne de mi carne y sangre de mi sangre."

Dicen los protestantes unitarianos, es decir, aquellos que no admiten el dogma de la Trinidad ni el de la divinidad de Jesucristo, que el creer á Jesús un puro hombre y no más que un hombre, un hombre como los demás, aunque aquél en quien se dio más viva y más clara la conciencia de la filialidad respecto á Dios; que el creer esto es una creencia mucho más piadosa y consoladora que la de creer al Cristo un Dios-hombre, la segunda persona de la Trinidad encarnada, porque, si Cristo fue hombre, cabe que lleguemos los demás hombres adonde él llegó; pero, si fue un Dios, se nos hace imposible el igualarle.

Y he leído en un escrito mejicano que la vida y la obra del gran indio Benito Juárez ha sido un ejemplo y una redención para muchos indios mejicanos, que han visto á uno de los suyos, de pura sangre americana, llegar á encarnar en un momento á la patria, ser su conciencia viva y llevar en su alma estoica y religiosa —religiosamente estoica— los destinos de ella. Muchos de los blancos y de los mestizos que rodeaban á Juárez podrían haber tenido, y tuvieron algunos, más inteligencia y más ilustración que él; pero ninguno tuvo un corazón tan bien templado y un sentimiento tan profundo y tan religioso de la patria como aquel abogado indígena, de pura sangre americana, que no aprendió el castellano sino ya talludito, y que, al perder la fe en los dogmas católicos en que su pariente el cura le educara, trasladó esa fe á los principios de derecho que aprendió en las aulas para aplicarlos á su patria, Méjico, sentida como un poder divino.

En las aulas también es donde Rizal cobró su conciencia de tagalo; en las aulas, en que le aleccionaron blancos incomprensivos, desdeñosos y arrogantes. Es él mismo quien en el capítulo XIV, "Una casa de estudiantes", de su novela El Filibusterismo, nos dice: "Las barreras que la política establece entre las razas desaparecen en las aulas como derretidas al calor de la ciencia y de la juventud." Y es lo que anheló para su patria: ciencia y juventud —juventud, no niñez— que derritieran las barreras entre las razas.

Estas barreras, y más aún que las legales las establecidas por las costumbres, atormentaban el alma generosa de Rizal. La conciencia de su propia raza, conciencia que debía á su superioridad personal, fecundada por la educación, esa conciencia lo fue de dolor. Con hondo, con hondísimo sentido poético pudo llamar á Filipinas en su último canto, el de despedida: ¡Mi patria idolatrada, dolor de mis dolores! Sí, su patria fue su conciencia, porque en él cobró Filipinas conciencia de sí, y en él, Cristo de ella, se redimió sufriendo.

Rizal tuvo que sufrir la petulante brutalidad del blanco, para la cual no hay más palabra que una palabra griega: authadía. La cual significa la complacencia que uno siente de sí mismo, la satisfacción de ser quien es, el recrearse en sí propio, y luego, en sentido corriente, arrogancia, insolencia. Y esto es el blanco: arrogante, insolente, authádico. Y arrogante por incomprensión del alma de los demás, por asimpatía, es decir, por incapacidad de entrar en las almas de los otros y ver y sentir el mundo como ellos lo ven y lo sienten.

Sería curiosísimo hacer una revista de todas las tonterías y todos los desatinos que hemos inventado los hombres de la raza blanca ó caucásica para fundamentar nuestra pretensión á la superioridad nativa y originaria sobre las demás razas. Aquí entrarían desde fantasías bíblicas hasta fantasías pseudo-darwinianas, sin olvidar lo del dólico-rubio y otras ridiculeces análogas. Cualidad que nos distingue es un privilegio ó una ventaja, aquella de que carecemos es un defecto. Y cuando nos encontramos con un caso como el reciente del Japón, no sabemos por dónde salir.

Rizal tuvo esta preocupación etnológica, y en las páginas 137 y 138 de este libro puede leerse sus conclusiones á tal respecto (7). Y en diferentes ocasiones, sobre todo en sus anotaciones al libro Sucesos de las Islas Filipinas, del Dr. Antonio de Morga, puede verse cómo trató de sincerar á sus paisanos de los cargos que el blanco les hacía.

En la pág. 23 de este libro habrá visto el lector lo que el Prof. Blumentritt (8) cuenta respecto á que Rizal ya desde pequeño se encontraba grandemente resentido por verse tratado por los españoles con cierto menosprecio, sólo por ser indio. Las manifestaciones de Blumentritt al respecto no tienen desperdicio.

Para casi todos los españoles que han pasado por Filipinas, el indio es un pequeño niño que jamás llega á la mayor edad. Recordemos que los graves sacerdotes egipcios consideraban á los griegos como unos niños, y reflexiónese en si nuestros españoles no hacían allí, á lo sumo, el papel de egipcios de la decadencia entre griegos incipientes, griegos en la infancia social.

Otros hablan del servilismo del indio, y á este respecto sólo me ocurre considerar lo que pasa aquí, en la Península, en que se considera como los más serviles á los nativos de cierta región, siendo éstos los que tienen acaso más desarrollado el sentimiento de la libertad y la dignidad interiores. Un barrendero con su escoba por las calles, un aguador con su cuba, puede tener y suele tener más fino sentimiento de su dignidad y su independencia que el hidalgo hambrón que le desdeña y anda solicitando empleos ó mercedes. El servilismo suele vestirse aquí con arrogante ropilla de hidalgo, y el mendigo insolente que llevamos dentro se emboza en su arrogancia. Nuestra literatura picaresca nos dice mucho al respecto.

Rizal tenía un fino sentido de las jerarquías sociales, no olvidaba jamás el tratamiento que á cada uno se le debía. Es interesantísimo lo que cuenta Retana de que en las recepciones oficiales en Dapitan (9) saludaba á los presentes por orden de jerarquía; pero en las reuniones familiares, primero lo hacía á las señoras, aun siendo indias. Esto, que es un rasgo á la japonesa, no eran capaces de apreciarlo en todo su valor los oficiales insolentes con sus subordinados y rastreros con sus superiores, ó los frailes zafios, hartos de borona ó de centeno en su tierra, que tuteaban á todo indio.

"Aquí viene lo más perdido de la Península, y si llega uno bueno, pronto le corrompe el país", dice un personaje de Noli me tángere. No discutiré la mayor ó menor exactitud de esa afirmación —afirmación que, por injusta que sea, se ha formulado mil veces en España; —pero ¡qué españoles debió de conocer Rizal en Filipinas! Y, sobre todo, ¡qué frailes! Porque los frailes se reclutan aquí, por lo general, entre las clases más incultas, entre las más zafias y más rústicas. Dejan la esteva ó la laya para entrar en un convento; les atusan allí el pelo de la dehesa con latín bárbaro y escolástica indigesta, y se encuentran luego tan rústicos é incultos como cuando entraron, convertidos en padres y objeto de la veneración y el respeto de no pocas gentes. ¿No ha de desarrollárseles la authadia, la soberbia gratuita? Trasládesele á un hombre en estas condiciones á un país como Filipinas; póngasele entre sencillos indios tímidos, ignorantes y fanatizados, y dígase lo que tiene que resultar.

En cierta ocasión no pude resistir las insolencias petulantes de un escocés, y encarándome con él le dije: "Antes de pasar adelante permítame una observación: Usted reconocerá conmigo que, por ser Inglaterra tomada en conjunto y como nación más adelantada y culta que Portugal ó Albania, no puede tolerarse que el más bruto y el más inculto de los ingleses se crea superior al más inteligente y culto de los portugueses ó albaneses, ¿no es así?" Y como el hombre asintiera, concluí: "Pues bien: usted figura en Inglaterra, por las pruebas que hoy está dando, en lo más bajo de la escala de cultura, y yo en España, lo digo con la modestia que me caracteriza, en lo más alto de ella; de modo que hemos concluído, porque de mí a usted hay más distancia que España á Inglaterra, sólo que en orden inverso." Y esto creo que pudieron decir no pocos indios y mesticillos vulgares (10) á los graves y cogolludos padres que los desdeñaban.

Léase en la página 35 de este libro cómo Rizal estuvo en 1880 por primera vez en el palacio de Malacañang (11) por haber sido atropellado y herido en una noche oscura por la Guardia civil, porque pasó delante de un bulto y no saludó, y el bulto resultó ser el teniente que mandaba el destacamento. Y relaciónese este suceso con la traducción que hizo Rizal más tarde al tagalo del drama Guillermo Tell, de Schiller, en que se apresa á Tell por no haber saludado al bastón á que coronaba el sombrero del tirano Gessler.

Todas estas humillaciones herían aquella alma sensible y delicadísima del poeta; no podía sufrir las brutalidades del blanco y zafio y nada soñador, de los Sansones Carrascos que por allá caían, de aquellos duros españoles heñidos con garbanzo ó con borona.

Y todo el sueño de Rizal fue redimir, emancipar el alma, no el cuerpo de su patria. ¡Todo por Filipinas! Escribía al P. Pastells, jesuíta, á propósito de la causa á cuya defensa dedicó sus talentos: "La caña, al nacer en este suelo, viene para sostener chozas de nipa y no las pesadas moles de los edificios de Europa." Pensamiento delicadísimo, cuyo alcance todo dudo mucho que comprendiera el P. Pastellas ni ningún otro jesuíta español. Y éstos eran allí de lo mejorcito...

Rizal no pensó nunca sino en Filipinas; pero tampoco Jesús quiso salir nunca de Judea, y dijo á la cananea que había sido enviado para las ovejas perdidas del reino de Israel tan sólo. Y de aquel rincón del mundo, en el que nació y murió, irradió su doctrina á todo el orbe.

Rizal, la conciencia viva filipina, soñó una antigua civilización tagala. Es un espejismo natural; es el espejismo que ha producido la leyenda del Paraíso. Lo mismo ha pasado en mi tierra vasca, donde también se soñó en una antigua civilización euscalduna, en un patriarca Aitor y en toda una fantástica prehistoria dibujada en nubes. Hasta han llegado á decir que nuestros remotos abuelos adoraron la cruz antes de la venida de Cristo. Pura poesía.

En esta poesía mecí yo los ensueños de mi adolescencia, y en ella los meció aquel hombre singular, todo poeta, que se llamó Sabino Arana, y para el cual no ha llegado aún la hora del completo reconocimiento. En Madrid, ese hórrido Madrid, en cuyas clases voceras se cifra y compendia toda la incomprensión española, se le tomó a broma ó á rabia, se le desdeñó sin conocerle ó se le insultó. Ninguno de los desdichados folicularios que sobre él esciribieron algo conocía su obra, y menos su espíritu.

Y saco á colación á Sabino Arana, alma ardiente y poética y soñadora, porque tiene un íntimo parentesco con Rizal, y como Rizal murió incomprendido por los suyos y por los otros. Y como Rizal filibustero, filibustero ó algo parecido fue llamado Arana.

Parecíanse hasta en detalles que se muestran nimios y que son, sin embargo, altamente significativos. Si no temiera alargar demasiado este ensayo, diría lo que creo significa el que Arana emprendiese la reforma de la ortografía eusquérica ó del vascuence y Rizal la del tagalo.

Y este indio fue educado por España y España le hizo español.

IV
El español

Español, sí, profunda é íntimamente español, mucho más español que aquellos desgraciados —¡perdónalos, Señor, porque no supieron lo que se hacían!— que sobre su cadáver, aún caliente, lanzaron como un insulto al cielo, aquel sacrílego ¡viva España!

Español, sí.

En lengua española pensó, y en lengua española dio á sus hermanos sus enseñanzas; en lengua española cantó su último y tiernísimo adiós á su patria, y este canto durará cuanto la lengua española durare; en lengua española dejó escrita para siempre la Biblia de Filipinas.

"¿A qué venís ahora con vuestra enseñanza del castellano —dice Simoun en El Filibusterismo—, pretensión que sería ridícula si no fuese de consecuencias deplorables? ¡Queréis añadir un idioma más á los cuarenta y tantos que se hablan en las islas para entenderos cada vez menos!...

"Al contrario, repuso Basilio; si el conocimiento del castellano nos puede unir al Gobierno, en cambio puede unir también á todas las islas entre sí!"

Y este es el punto de vista sólido.

Cuando los romanos llegaron á España, debían de hablarse aquí tantas lenguas por lo menos como en Filipinas cuando allí arribó mi paisano Legazpi. El latín resultó una manera de entenderse los pueblos todos españoles entre sí, y el latín nos unificó, y el latín hizo la Patria. Y pudiera muy bien ser que el castellano, el español, y no el tagalo, haga la unidad espiritual de Filipinas.

En reciente carta que desde Manila me escribe el docto y culto filipino D. Felipe G. Calderón me dice: "Por un contrasentido que para V. tal vez no tenga explicación y que para nosotros es perfectamente explicable, me complazco en decirle que hoy se habla (aquí) más castellano que nunca, y la razón es bien clara, si se considera que actualmente han aumentado los establecimientos docentes, sobre la base del castellano; hay mayor movimiento de libros y de periódicos, ya que ha desaparecido la censura previa, y la mano férrea del fraile obstruía todo conato, toda tentativa de estudiar castellano.

"Usted que ha leído el Noli me tángere puede apreciar cuál era la labor obstruccionista del fraile contra el castellano, por el capítulo "Aventuras de un maestro de escuela"; y la famosa Academia de castellano de que se habla en El Filibusterismo es una realidad en que tomé parte activa y el entonces Director de Administración civil, D. Benigno Quiroga Ballesteros.

"Las escuelas públicas están aquí organizadas sobre la base del inglés; pero su resultado no es tan lisonjero para dicha lengua, pues aun los estudiantes en las escuelas oficiales cultivan paralelamente el inglés y el castellano, ya que éste es la lengua social, como el inglés es el oficial y el dialecto de cada localidad la del hogar.

"Para probarle a V. el poco éxito que alcanza el inglés, bástele el dato siguiente: Por el Código civil de Procedimientos promulgado en 1901 se dispuso que desde este año se hablaría el inglés en los tribunales de justicia; pero en vista de que ni los jueces filipinos, ni los abogados, ni siquiera los magistrados de la Corte Suprema estaban en condiciones de aceptar tal reforma, se ha tenido que dictar una ley prorrogando por diez años más el uso del castellano en los tribunales de justicia (12).

"Consecuencia de semejante ley es que el pueblo filipino haya visto que sin el inglés también se puede vivir y no se hagan esfuerzos, como en un principio, por aprender el idioma."

El castellano, la lengua de Rizal, es la lengua social de Filipinas. ¿No se debe á Rizal más que á otro cualquiera de los hombres la conservación en Filipinas de esta lengua, en que va lo mejor, lo más puro de nuestro espíritu? ¡Instructivo destino el de nuestra España! Empieza á ser de veras querida y respetada cuando deja de dominar. En todas las que fueron sus colonias se le quiere más y mejor cuando ya de ella no dependen. Se le hace justicia luego que se sacude su yugo. Así ha pasado en Cuba, así en la América española toda, así en Filipinas. ¿Es que hay dos Españas?

Como los que leen este ensayo han leído antes el libro de Retana, resulta inútil tratar de probarles que Rizal quería á España como á su nodriza espiritual, como á su maestra, como á la nodriza espiritual de Filipinas, su patria. La quería con cariño inteligente y cordial, y no con el ciego y brutal egoísta instinto de aquellos desgraciados que lanzaron el sacrílego viva sobre el cadáver del gran tagalo.

Rizal vivió y se educó en España, y pudo conocer otros españoles que los frailes y los empleados de la colonia.

Los juicios todos de Rizal sobre España, son de una moderación, de una serenidad, de una simpatía honda, de un afecto que sólo podían escapar á los bárbaros que pretenden, tranca en mano, hacernos lanzar un ¡viva España! sin contenido alguno y que brote, no del cerebro ni del corazón, sino del otro órgano, de donde le salen al bárbaro las voliciones enérgicas. No podían comprender el españolismo de Rizal esos pobres inconcientes que sienten frío por la espalda cuando ven tremolar la bandera roja y gualda. (Y esto porque gualda y espada son consonantes.)

Es inútil insistir en esto.

Dice Retana: "Tan español era, que de tanto serlo se derivaba aquel su orgullo personal imponderable, sin límites; él no quería ser menos español que el que más lo fuese. Por eso precisamente, por ser tan español, se le juzgaba "filibustero"."

V
El filibustero

Ya tenemos aquí el mote, el chibolete (2* ).

Oigamos á Rizal mismo lo que nos dice en el capítulo XXXV, "Comentarios", de su Noli me tángere:

"Los padres blancos han llamado á D. Crisostomo (13) plibastero. Es nombre peor que tarantado (atolondrado) y saragata (14), peor que betelapora, peor que escupir en la hostia en Viernes Santo. Ya os acordáis de la palabra ispichoso, que bastaba aplicar á un hombre para que los civiles de Villa Abrille se le llevasen al desierto ó á la cárcel; pues plibastiero [sic]es peor. Según decían el telegrafista y el directorcillo, plibastiero dicho por un cristiano, un cura ó un español á otro cristiano como nosotros, parece santus deus con requimiternam; si te llaman un vez plibastiero, ya puedes confesarte y pagar tus deudas, pues no te queda más remedio que dejarte ahorcar."

¡Qué precioso pasaje! ¡Cuán al vivo se nos muestra en él ese terrible poderío que ejercen las palabras donde las ideas son miserables ó andan ausentes! Ese terrible plibastero ó filibustero, lo mismo que hoy el mote de separatista, era un chibolete (15), una mera palabra tan vacía de contenido como el vacío ¡viva España! con que se quería y se quiere rellenar la inanidad de propósitos.

Tiene razón Retana; "si los enemigos de Rizal hubiesen visto el dibujo que éste hizo de su casa de Calamba, y que mandó al profesor Blumentritt, habrían dicho que el dibujo ¡era también filibustero!" (página 145). Y tiene razón al añadir que las doctrinas de Rizal respecto á Filipinas no iban más allá que van respecto á Cataluña ó á Vasconia las de muchos catalanes y vascongados á quien se les deja, por hoy al menos, vivir tranquilos.

Fueron los españoles, hay que decirlo muy alto, fueron sobre todo los frailes —los zafios é incomprensivos frailes— los que estuvieron empujando á Rizal al separatismo. Y las cosas se repiten hoy, y son los demás españoles los que se empeñan en impulsarnos á catalanes y vascos al separatismo.

Oigamos lo que dice en el capítulo LXI de Noli me tángere un personaje de Rizal, es decir, uno de los varios hombres que en Rizal había. Dice:

"¡Ellos me han abierto los ojos, me han hecho ver la llaga y me fuerzan á ser criminal! Y pues que lo han querido, seré filibustero, pero verdadero filibustero; llamaré á todos los desgraciados... Nosotros, durante tres siglos, les tendemos la mano, les pedimos amor, ansiamos llamarlos nuestros hermanos; ¿cómo nos contestan? Con el insulto y la burla, negándonos hasta la cualidad de seres humanos."

Y así llegó Bonifacio, el bodeguero, el no intelectual, é hizo la revolución.

¡Filibustero! Volved á leer en la página 262 de este libro lo que la prensa de la Metrópoli, esta miserable é incomprensiva prensa, una de las principales causantes de nuestro desastre, dijo de Rizal. Lo mismo que dijo de Arana.

Tiene razón Retana al decir que el ideal separatista mismo es lícito, como ideal, en la Península. Se puede discutir la Patria; es más, debe discutírsela. Sólo discutiéndola llegaremos a comprenderla, á tener conciencia de ella. Nuestra desgracia es que España no significa hoy nada para la inmensa mayoría de los españoles, y una nación, lo mismo que un individuo, languidece y acaba por perecer si no tiene más resorte de vida que el mero instinto de conservación.

La España del ¡viva España! sacrílego que se lanzó sobre el cadáver de Rizal es la España de los explotadores, los brutos y los imbéciles; la España de los tiranuelos y de sus esclavos; la España de los caciques y los dueños de grandes latifundios; la España de los que sólo viven del presupuesto sin ideal alguno.

Rizal quiso dar contenido á España en Filipinas, y como para llenar ese contenido sobraban frailes y brutos, á Rizal se le acusó de filibustero.

En la tristísima acusación fiscal contra el gran español y gran tagalo —de ella trataré en seguida— se decía que á España le sobraban alientos y energías para no tolerar que el pabellón español dejase de flotar en aquellas regiones descubiertas y conquistadas por la intrepidez y el arrojo de nuestros antepasados; y á estas frases, de detestable y perniciosa retórica, les pone Retana un comentario muy justo. Las Islas Filipinas, en efecto, no fueron conquistadas con arrojo y con intrepidez, sino que fueron ganadas por medio de la persuasión y pactos con los régulos indígenas, sin que apenas se derramara la sangre. "El general en jefe de la conquista —añade Retana— llamóse Miguel López de Legazpi, un bondadoso y viejo escribano que en los días de su vida desenvainó la tizona."

Sí; las Filipinas las ganó para España mi paisano Legazpi —uno de los hombres más representativos de mi raza vasca, como lo fue también muy representativo de ella, la suya y la mía, Urdaneta (16)—; y las ganó con el cerebro y no con el otro órgano de donde han sacado sus determinaciones no pocos de los conquistadores á lo Pizarro, de espada y tranca.

Así, con el cerebro, las ganó Legazpi, el bondadoso escribano vasco. Y ¿cómo se perdieron? Vamos á verlo.

Veamos el proceso de Rizal.

VI
El proceso

Al llegar á esta parte de mi trabajo me invade una gran tristeza, y á la vez la conciencia de la gravedad de cuanto tengo que decir. Los hechos que voy á juzgar pertenecen ya á la Historia, aunque vivos los más de los actores que en ellos intervinieron. Para todos personalmente quiero las mayores consideraciones. Dios y España les perdonarán lo que hicieron, en atención á que lo hicieron sin saber lo que se hacían y obrando, no como individuos concientes de sí mismos y autónomos, sino como miembros de una colectividad, de una corporación enloquecida por el miedo. El miedo y sólo el miedo, el degradante sentimiento del miedo, el miedo y sólo el miedo fue el inspirador del Tribunal militar que condenó á Rizal.

Dice Retana hablando del fusilamiento de Rizal que, "afortunadamente, á España no le alcanza la responsabilidad de los errores cometidos por algunos de sus hijos" (pág. 188). Siento discrepar aquí de Retana. Creo, en efecto, que desgraciadamente le alcanza á España responsabilidad en aquel crimen; creo más, y lo digo como lo creo: creo que fue España quien fusiló á Rizal. Y le fusiló por miedo.

Por miedo, sí. Hace tiempo que todos los errores públicos, que todos los crímenes públicos que se cometen en España, se cometen por miedo; hace tiempo que sus corporaciones é institutos todos, empezando por el Ejército, no obran sino bajo la presión del miedo. Todos temen ser discutidos, y para evitarlo pegan cuando pueden pegar. Y pegan por el miedo. Por miedo se fusiló a Rizal, como por miedo pidió el Ejército la aborrecible y absurda ley de Jurisdicciones, y por miedo se la votó el Parlamento.

El escrito de acusación del señor teniente fiscal D. Enrique de Alcocer y R. De Vaamonde es, como el dictamen del auditor general D. Nicolás de la Peña, una cosa vergonzosa y deplorable. Es decir, lo serían si estos señores hubiesen obrado por sí y ante sí, autonómicamente, y no como pedazos de un instituto y de una sociedad sobrecojidos por el miedo. Retana ha desmenuzado la horrenda y desatinada acusación del Sr. Alcocer.

En el fondo de todo ello no se ve más que el miedo y el odio á la inteligencia, miedo y odio muy naturales en el instituto á que los señores Alcocer y Peña pertenecían. Dice Retana que fusilar á Rizal por los motivos por que le fusilaron, es como si en Rusia se intentase fusilar á Tolstoi. Creo que buenas ganas se les pasan de ello á no pocos. Yo sé que cuando se sustanciaba en Barcelona, hace ya años, el proceso por el bárbaro atentado del Liceo, el Juez militar que actuaba en él y tenía la colección de una revista en que colaboramos mi compañero de claustro el Sr. Dorado Montero, prestigiosísimo criminalista, y yo, se dejó decir: "A estos, á estos dos señores catedráticos quisiera yo atraparlos y verían lo que es bueno." Si hubiera sido en Filipinas, á estas horas mi compañero el Sr. Dorado Montero y yo dormiríamos el eterno sueño de los mártires del pensamiento.

Lo más terrible de la jurisdicción militar es que no sabe enjuiciar; es que la educación que reciben los militares es la más opuesta á la que necesita quien ha de tener oficio de juzgar. Pecan, no por mala intención, sino por torpeza, por incapacidad. Y pecan unas veces por carta de más y otras por carta de menos.

En una corporación cualquiera, y muy en especial en el Ejército, la inteligencia individual y la independencia de juicio llegan á considerarse como un peligro. El que manda más es el que tiene más razón. La disciplina exige someter el criterio personal á la jerarquía. Sólo á este precio se robustece el instituto. Y así en el Ejército, y, lo que es más, hasta en el Profesorado en cuanto Cuerpo, siendo como es su misión difundir la cultura, se mira con recelo y hasta se odia calladamente á la inteligencia individual. Sabidas son las conminaciones de los Santos Padres á ella; sabido es cuanto han dicho de los que se creen sabios. La inteligencia, se dice, lleva á la soberbia; hay que someter el juicio propio.

Y esto, que es natural y es disculpable, pues arranca de un principio de vida de toda corporación ó instituto, esto se agrava cuando estos institutos se encuentran en forma de desarrollo rudimentario. Cuanto menos perfecta es una corporación, tanto mayor es el miedo y el odio á la inteligencia que en ella se desarrolla. Y nuestro ejército, como ejército —lo mismo que nuestro clero, como clero, y nuestro profesorado, como profesorado— se encuentra en un estado muy rudimentario de desarrollo. Su inteligencia colectiva es inferior al promedio de las inteligencias individuales que la componen, con no ser este promedio, como no lo es en España, muy elevado. Pero esa su inteligencia colectiva rudimentaria tiene cierta conciencia, aunque oscura, de su rudimentariedad, y trata de defenderse contra las inteligencias individuales corrosivas. Dudo que haya ejército en que se abrigue más indiferencia, cuando no desdén, respecto á las inteligencias individuales que dentro de él hay, como en el nuestro, y duda que haya otro en que se rinda tanto culto al arrojo ciego, al coraje instintivo. Son legión los militares españoles que contestarían lo que se dice contestó Prim á un general extranjero que le preguntaba cómo se hacen las guerrillas; son legión los que, á pesar de las lecciones presenciadas y no recibidas, siguen creyendo que la guerra no se hace con el cerebro principalmente, sino con lo otro. Y lo otro no es tampoco el valor. Porque el valor tiene más de cerebral que de testicular. Y en todo caso es cordial.

Y entiéndase bien que esto que digo de nuestro ejército lo aplico mutatis mutandis á las demás instituciones, empezando por aquella á que pertenezco.

Es —se me dira— que en el proceso de Rizal anduvieron auditores de guerra, verdaderos letrados! El letrado que ingresa en la milicia, para formar parte del Cuerpo jurídico militar, lo mismo que los demás auxiliares, se asimilan el espíritu general del Cuerpo. El uniforme, estrecho y rígido, puede en ellos más que la amplia toga.

Desde el día mismo en que se le pone quilla á un buque de guerra en el astillero tiene ya su dotación completa, y allí el comandante manda más que el ingeniero naval. Me decía un médico de la Armada en cierta ocasión: "¿Usted creerá que al entrar un buque en fuego y tener que jugar la artillería, la maniobra estará supeditada á lo que el oficial de artillería ordene? Pues no, señor; allí manda el comandante. Y si no se les ocurre curar á los heridos ó decir misa, es porque desdeñan estas funciones."

Y así en todo en la milicia. Los combatientes, aquellos cuya función propia es pelear, desdeñan á los Cuerpos auxiliares; pero éstos, los auxiliares, tratan siempre de asimilarse á aquéllos, aunque acaso también desdeñándolos. Aquello del desdén con el desdén es una fórmula genuinamente española (17).

Los letrados que intervinieron en el proceso de Rizal lo hicieron como militares, y como militares, influídos por aquellos desdichados frailes y sus similares, dominados por el miedo.

A la luz de estas consideraciones dolorosísimas hay que leer la vergonzosa acusación contra Rizal, y el dictamen y el informe. Cierto es que la defensa del Sr. Taviel de Andrade es un documento de serenidad y de juicio; pero ¡qué obligada timidez en ella! Hay, de todos modos, que salvar al defensor; el miedo no hizo en él tanta presa.

El pobre auditor Sr. Peña se metió á juzgar de la capacidad intelectual del acusado, y esto me recuerda las tonterías del magistrado que al absolver la Madame Bovary, de Flaubert, se metió á juzgar de su mérito literario, lo que le valió aquel soberano ramalazo del gran novelista, que no podía consentir que un magistrado vulgar se metiese á criticar desde su sitial de administrar justicia.

Es natural que en el ambiente de miedo que se respiraba en Manila en los días del proceso de Rizal fuera difícil evadirse del contagio. Hay que leer en este libro cómo los que se llamaban ministros de Cristo predicaban el exterminio. Es su costumbre; quieren meter la fe, ó lo que sea, en las cabezas de los demás rompiéndoselas á cristazos.

Repito que fue España la que fusiló á Rizal. Y si se me dijese que aquí no se fusila ya por ideas y que aquí no se habría fusilado á Rizal, contestaré que es cierto, pero es porque aquí estamos más cerca de Europa. Y Europa, además, cuando se trata de atropellos que una nación comete en sus colonias, se encoge de hombros, pues ¿cuál de sus naciones está libre de esta culpa? La ética de una nación europea es doble y cambia cuando se trata de colonias (18).

Y todo ello lo sancionó el general Polavieja, cuya mentalidad correspondía, según mis informes, por lo rudimentaria, á lo rudimentario de la inteligencia colectiva que bajo la presión del miedo dictó aquel fallo.

Rizal fue condenado á muerte; pero aún faltaba otro acto, y es el de la conversión. La espada cumplió su oficio —un oficio para el que no sirve la espada—; faltaba el hisopo cumplir el suyo, un oficio también para el que no sirve el hisopo.

Veamos la conversión (19).

VII
La conversión

Rizal, educado en el catolicismo, no llegó a ser nunca en rigor un librepensador, sino un librecreyente. A los jesuitas que le visitaron cuando estaba en capilla les pareció un protestante, y de protestante ó simpatizador del protestantismo, así como de germanófilo fue tratado más de una vez.

Entre nosotros, los españoles, apenas hay idea de lo que el protestantismo es y significa, y el clero católico español es de lo más ignorante al respecto. No hay nada más disparatado que la idea que del protestantismo se forma un cura español, aun de los que pasan por ilustrados. Hay muchos que se atienen al libro, tan endeble y pobre, de Balmes, y quienes repiten el famoso y desdichado argumento de Bossuet.

Ayuda á corroborar y perpetuar este concepto lo que oyen á los protestantes ortodoxos con quienes tropiezan, á los protestante de capilla abierta, á los pastores á sueldo de alguna Sociedad Bíblica, porque la ortodoxia protestante es más mezquina y pobre, más raquítica que la católica, y es lamentable el culto supersticioso que rinde al Libro, á la Biblia, en su letra muerta.

Así como hay quienes no comprenden que haya darwinistas más darwinistas que Darwin, así hay también quienes no comprenden ó no quieren comprender que haya luteranos más luteranos que Lutero, es decir, espíritus que hayan sacado al principio específico del protestantismo, á aquello que le diferenció y separó de la Iglesia católica, consecuencias que los primeros protestantes no pudieron sacarle y aun ante las cuales retrocedieron. Porque una doctrina que se separa de otra tiene de esta otra de que se separa más que de sí misma, y en su principio lo que el protestantismo tenía de común con el catolicismo era mucho más que lo específico y diferencial suyo.

El protestantismo proclamó el principio del libre examen y la justificación por la fe —con un concepto de la fe, entiéndase bien, distinto del católico—, y hasta cierto punto el valor simbólico de los sacramentos; pero siguió conservando casi todos los dogmas no evangélicos, y entre ellos el de la divinidad de Jesucristo, debidos á la labor de los Padres griegos y latinos de los cinco primeros siglos, es decir, los dogmas de formación y de tradición específicamente católicas. Pero el principio del libre examen ha traído la exégesis libre y rigurosamente científica, y esta exégesis, a base protestante, ha destruído todos esos dogmas, dejando en pie un cristianismo evangélico, bastante vago é indeterminado y sin dogmas positivos. Nada representa mejor esta tendencia que el llamado unitarianismo —tal como puede verse, v.gr., en los sermones de Channing (20)— ó una posición como la de Harnack (21). Y los protestantes ortodoxos, más estrechos aún de criterio que los católicos, execran de esa posición, y olvidando lo que dijo San Pablo al respecto, se obstinan en negar á los que así pensamos hasta el nombre de cristianos.

Y en una posición de esta índole llegó á encontrarse Rizal según de sus escritos deduzco. En una posición así, no sin un bajo fondo de vacilaciones y dudas hamletianas, y siempre sobre un cimiento de catolicismo sentimental, sobre un estrato de su niñez. Porque todo poeta lleva su niñez muy á flor de alma y de ella vive.

Rizal fue tenido por protestante, y en la carta al P. Pastells que se inserta en la página 105 de esta obra, se le verá sincerarse de ello y hablar de sus paseos, en las soledades de Odenwald, con un pastor protestante. No creo, por otra parte, lo que dicen los jesuítas en su Rizal y su obra de que éste hubiera leído "todo lo escrito por protestantes y racionalistas y recogido todos sus argumentos". No hay que exagerar. La cultura religiosa de Rizal no era, según de sus mismos escritos se deduce, la ordinaria entre nosotros; pero no era tampoco extraordinaria ni mucho menos. No pasaba de un dilettante en ella. Los ejemplos que los jesuitas citan —véase la nota (116) de esta obra— son de lo más común y muy de principios del siglo pasado. Sólo que bastaban para que le tuviesen por un hombre muy enterado de la literatura protestante y racionalista tratándose de jesuítas españoles, que en esto saben menos aún que Rizal sabía, con ser esto tan moderado y parco.

La enorme, la vergonzosa ignorancia que entre nosotros reina al respecto, es lo que ha podido que á Rizal se le tuviese por un librepensador. No; fue un librecreyente, lo cual es otra cosa. Rizal, lo aseguro, no hubiese jurado por Büchner ó por Haeckel.

Basta leer en la página 292 de este libro la manera ingeniosa y sutil como Rizal expuso el principio de la relatividad del conocimiento, para comprender que no era un dogmático del racionalismo, un teólogo al revés, sino más bien un librecreyente con sentido agnóstico y con un cimiento de cristianismo sentimental. Y en el fondo, conviene repetirlo, el catolicismo infantil y popular, nada teológico, de su niñez, el catolicismo del ex secretario de la Congregación de San Luis. Yo, que también fui á mis quince años secretario de esa misma Congregación, creo saber algo de esto.

Á Rizal se le tuvo por protestante y por germanófilo, y ya se sabe lo que esto quiere decir entre nosotros. En España y para españoles, pasar por protestante ó cosa así es peor que pasar por ateo. Del catolicismo se pasa al ateísmo fácilmente; porque, como decía Channing, y hablando de España precisamente, las doctrinas falsas y absurdas llevan una natural tendencia á engendrar escepticismo en los que las reciben sin reflexión, no habiendo nadie tan propenso á creer demasiado poco como aquellos que empezaron creyendo demasiado mucho. Es corriente oir en España declarar que, de no ser católico, debe serse ateo y anarquista, pues el protestantismo es un término medio que ni la razón ni la fe abonan. Y cuando alguien se declara protestante le creen vendido al oro inglés. El protestante aparece ante nosotros, más aún que como un anticatólico, como un antiespañol. El ateísmo es más castizo aún que el protestantismo. La herejía se considera un delito contra la patria tanto ó más que un delito contra la religión.

Y aquí era ocasión de decir algo sobre esa sacrílega confusión entre la religión y la patria, el desdichado consorcio entre el altar y el trono —no menos desdichado que aquel otro entre la cruz y la espada—, y las desastrosas consecuencias que ha traído tanto para el trono como para el altar. Pues es difícil saber si con semejante contubernio ha perdido la religión más que la patria ó ésta más que aquélla.

En la nota (387) correspondiente a la página 306 de este libro, se hallará un estupendo ukase (22) del gobernador que fue de Pangasinan, D. Carlos Peñaranda, en que conmina á los cabezas de barangay (23) á que oigan misa los días de precepto, bajo la multa de un peso si no lo hicieren. Esto era un brutal atentado á la libertad y á la dignidad de aquellos ciudadanos españoles, y á la vez una impiedad manifiesta. Porque obligarle á un fiel cristiano católico á que cumpla los deberes religiosos de su profesión bajo sanción civil, no es más que una impiedad; es privar á aquella ofrenda de culto de su valor espiritual y es atentar á la libertad de la conciencia cristiana. Si los frailes que hacían de párrocos en Pangasinán hubieran tenido sentido religioso cristiano y católico, habrían sido los primeros en protestar de ese atentado.

Y luego, léase una vez más aquel deplorable resultando de la orden de deportación de Rizal por el general Despujol, aquel resultando en que se dice que descatolizar equivalía á desnacionalizar aquella siempre española —hoy ya no lo es— y como tal siempre católica tierra filipina. Contrista el ánimo la lectura de tales cosas, y más á los que creemos que para nacionalizar de veras á España, una de las cosas que más falta hacen es descatolizarla en el sentido en que Despujol y sus consejeros y directores espirituales tomaban el catolicismo. Pues acaso haya otro sentido en que quepa decir que la Iglesia católica romana se está descatolizando.

Rizal pasó por un protestante, por un racionalista, por un librepensador, y en todo caso por anticatólico. Y yo estoy convencido de que fue siempre un cristiano librecreyente, de vagos é indecisos sentimientos religiosos, de mucha más religiosidad que religión, y con cierto cariño al catolicismo infantil y puramente poético de su niñez. No me chocaría que, aun no creyendo ya con la cabeza en los dogmas católicos, hubiese alguna vez asistido á misa en todas partes, y uno que nació y se crió católico, en ningún sitio mejor que en un templo católico puede, fuera de su patria, hacerse la ilusión de encontrarse en ella.

Condenado á muerte Rizal, bajo la inspiración del miedo sus jueces, cayeron sobre él sus antiguos maestros los jesuítas y apretaron el cerco con que de antiguo le venían asediando. Es una lucha tristísima.

Pocas cosas más instructivas como las relaciones del pobre Rizal con los jesuítas, sus antiguos maestros. En ellas se ve de un lado el excelente buen natural de él, su respeto y su gratitud á aquellos sus maestros que le habían tratado, y trataban en general al indio, con más humanidad, con más racionalidad, con más espíritu cristiano que los frailes (3*).

Y en ellas se ve también la irremediable vulgaridad y ramplonería del jesuíta español, con sus sabios de guardarropía, con sus sabios diligentes y útiles mientras se trata de recoger, clasificar y exponer noticias, pero incapacitados por su educación de elevarse á una concepción verdaderamente filosófica de las cosas.

En la nota (363) á la pág. 293 de este libro, dice Retana que aunque los jesuítas ofrecieron publicar algún día el presente, y añade, no sé si con ironía: "Respetamos las razones que tengan para mantener inéditas tan curiosas cartas". Yo, por mi parte, sospecho que aunque las de Rizal no deben ser un asombro, ni mucho menos, de polémica religiosa —ya he dicho que creo nunca pasó de un dilettante en tales materias como en otras—, deben quedar, sin embargo, malparados los jesuítas. ¡Porque cuidado si son éstos ignorantes, vulgares y ramplones en estas materias cuando son españoles! Baste decir que anda por acá un P. Murillo que se permite escribir de exégesis y hablar de Harnack y del abate Loisy (24), y lo hace con una escolástica y una insipiencia que mete miedo.

No hay leyenda más desatinada que la leyenda de la ciencia jesuítica, sobre todo de su ciencia religiosa. Son unos detestables teólogos y exégetas más detestables aún.

Sólo á un jesuíta español como el P. Pastells pudo ocurrírsele regalar á Rizal, para tratar de convertirle, las obras de Sardá y Salvany (25). Esto da la medida de su mentalidad ó del pobre concepto que de Rizal se formaba. Sólo le faltó añadir las del P. Franco. Y hay que leer entre líneas, en el relato de los jesuítas, las necedades y vulgaridades que el P. Balaguer debió dejar caer sobre el pobre Rizal.

Y así y con todo aparece Rizal vencido, convertido y retractándose. Pero no con razones. Vencido, sí; convertido, acaso; pero convencido, no. La razón de Rizal no entró para nada en esta obra. Fue el poeta; fue el poeta que veía la muerte próxima; fue el poeta ante la mirada de la Esfinge que le iba á tragar muy pronto, ante el pavoroso problema del más allá; fue el poeta que, á la vista de aquella imagen del Sagrado Corazón, tallada por sus propias manos en días más tranquilos, sintió que su niñez le subía á flor de alma. Fue el golpe maestro de los jesuítas y valió más que sus ridículas razones todas (26).

El pobre Cristo tagalo tuvo en la capilla su olivar, y es inútil figurárnoslo como un estoico sin corazón. "¡No puedo dominar mi razón!", exclamaba el pobre ante el asedio del P. Balaguer. Cedió; firmó la retractación. Luego leía el Kempis. Se encontraba ante el gran misterio, y el pobre Hamlet, el Hamlet tagalo debió de decirse: ¿Y si hay? ¡Por si hay! Entonces su espíritu debió de pasar por un estado análogo al de aquel otro gran espíritu, al de aquel hombre de razón robustísima, pero de sentimiento más robusto aún que su razón, que se llamó Pascal y que dijo: il faut s'abêtir, "hay que embrutecerse"; y recomendó tomar agua bendita, aun sin creer, para acabar creyendo.

El relato de los últimos momentos de Rizal, de su verdadera agonía espiritual, es tristísimo. "¡Vamos camino del Calvario!" Y camino de su Calvario fue, pensando acaso en si aquel su sacrificio resultaría inútil; invadido tal vez por ese tremendo sentimiento de la vanidad del esfuerzo que ha sobrecojido á tantos hombres á las puertas de la muerte.

"¡Qué hermoso día, Padre!" Ya no vería días así, tan hermosos. Los verían los demás; pero ¿no morirían también ellos? ¿Vería Filipinas días hermosos, despejados, claros?

"¡Siete años pasé yo allí!" (27) Y ante su espíritu soñador pasarían siete años mansos y dulces, como las aguas de un arroyo que discurre en un valle de verdura.

"En España y en el extranjero es donde me perdí." ¿Qué quiere decir perderse? El niño balbucía en él.

"¡Yo no he sido traidor á mi patria ni á la nación española!" No, no fue traidor. Es España la que le fue traidora á él.

"Mi gran soberbia, Padre, me ha traído aquí." ¡La soberbia! ¿Y á quién que tenga una cabeza sobre los hombros y un corazón en el pecho no le pierde la soberbia? ¿Qué es eso de la soberbia? El que se confiesa soberbio no lo ha sido nunca. Los soberbios eran los otros, los soberbios eran los bárbaros que sobre su cadáver lanzaron, como un insulto á Dios, aquel sacrílego ¡viva España!

"¡Mi soberbia me ha perdido!" Esto lo decía la mente que correspondía á las manos que tallaron la imagen del Sagrado Corazón, la mente del niño, del poeta. Y decía verdad. Su soberbia, sí, le perdió para que su raza ganase, porque todo aquel que quiera salvar su alma la perderá y el que la deje perder la salvará. Su soberbia, sí, su santa soberbia, la conciencia de que en él vivía una raza inteligente, noble y soñadora, la soberbia de sentirse igual á aquellos blancos que le despreciaron, esta santa, esta noble soberbia le perdió.

En La Solidaridad del 15 de Julio de 1890, y en el artículo "Una esperanza", escribió Rizal: "Dios ha prometido al hombre su redención después del sacrificio: ¡cumpla el hombre con su deber y Dios cumplirá con el suyo!"

Rizal cumplió con su deber, y la Iglesia Filipina Independiente, considerando que Dios ha cumplido con el suyo, ha canonizado al gran tagalo: San José Rizal.

VIII
San José Rizal

San José Rizal, ¿y por qué no? ¿Por qué no se ha de dar la sanción de la santidad al culto á los héroes?

Pienso algún día escribir algo sobre esa extraña Iglesia Filipina Independiente (28), cuyas publicaciones debo á la bondad del Sr. D. Isabelo de los Reyes (29); sobre esa extraña Iglesia que es un intento de vestir al racionalismo cristiano con símbolos y ceremonias católicos, y cuyo porvenir me parece muy dudoso. No son los pensadores los que hacen las religiones ni los que las reforman. Más fácil me parece que sobre la base del sentimiento católico cristiano que allí dejó España se convierta en religión el culto mismo á la patria, á Filipinas, y que ésta les aparezca como una peregrinación para otra Filipinas celestial donde Rizal alienta y vive en espíritu.

No sé si Rizal, con su fino sentido religioso, y aun á falta de una gran cultura á este respecto, habría aprobado una Iglesia en que se ve la mano del cura cismático, en que se ve la huella del fraile y de sus discípulos.

Hay que desconfiar del cura cismático ó del cura hereje ó renegado. Aunque se haga ateo, el cura quiere seguir siendo cura, y pretende que haya una Iglesia atea en que él continúe como cura. La reforma religiosa la ve desde su punto de vista profesional.

Pero sea de esto lo que fuere, y sea también lo que fuere del cándido racionalismo de la Iglesia Filipina Independiente y de sus enseñanzas, tan ingenuamente agnósticas y cientificistas, es lo cierto que anduvo en canonizar á Rizal mucho más acertada que en otras cosas. Como que todas las demás cosas huelen á libros europeos, á tomos de la Biblioteca Alcan, y esa, por el contrario, parece la flor de un movimiento espontáneo del alma de un pueblo. Y las religiones las hacen los pueblos y no los pensadores; los pueblos con su corazón, y no los pensadores con su cabeza.

El acto, pues, más transcendental de la Iglesia Filipina Independiente es haber sancionado la canonización de Rizal, promulgada por el pueblo filipino.

Miguel de UNAMUNO.
Salamanca, 19 y 20, V, 1907.

Notas de Unamuno

  • (1*) Acaso haya muchos filipinos que ignoren que Tennyson, en su poesía "A Ulises" (To Ulysses), llamó á Filipinas oriental eden-isles.
  • (2*) En mi obra Tres Ensayos he explicado qué es esto del chibolete.
  • (3* ) Hay que advertir que los jesuítas, aunque no superan en cultura ni ilustración á los miembros de las demás órdenes religiosas, sino que más bien son más petulantes que ellos y más ignorantes, les superan mucho en educación y buenas formas. Se reclutan, por lo común, en otras capas sociales.

Notas de la editora

  1. Maragato - natural de Maragatería, comarca del reino de León. [N. del E.]
  2. La Liga Filipina, asociación cuyos fines eran promover la industria, el comercio, la cultura en Filipinas. Sus miembros, en su mayoría nativos ilustrados, se comprometían a ayudarse y protegerse contra las prácticas injustas tanto del gobierno colonial como de las corporaciones religiosas. [N. del E.]
  3. Pólitico liberal que junto con Sagasta fue instrumental en la revolución de Septiembre 1868 que puso fin al reino de Isabel II. [N. del E.]
  4. Epifanio de los Santos, político y escritor nacionalista filipino, coetáneo de Rizal. En la citada nota afirma que Rizal no se convierte de un Tolstoi a un Becerra, sino a un Jesucristo, redentor de su raza. [N. del E.]
  5. Líder y fundador de la sociedad secreta, el Katipunan, que tramó la revolución popular de 1896 contra España. Trabajaba como bodeguero para una empresa inglesa en Manila; fue descrito por Retana y otros de la época como 'plebeyo' y 'analfabeto'. [N. del E.]
  6. Las líneas: "...á su patria adorada...su perdido edén". son tomadas por Unamuno de la última y más famosa poesía escrita por Rizal en vísperas de su ejecución, conocida comúnmente por el título -aunque la original no llevó título- "Mi último adios". [N. del E.]
  7. Dice en las citadas páginas del libro de Retana: ...Después de estos estudios [Lippert, Hellwald y otros], opinó que su pueblo no era un pueblo antropoide, como querían hacer ver los españoles, pues encontró que las faltas y virtudes de los tagalos eran puramente humanas, pues estaba convencido de que los vicios y virtudes de un pueblo no eran particularidades de la raza, sino propiedades adquiridas, sobre las cuales tienen una acción poderosa el clima y la Historia.
    Sobre esto que él llamaba 'arte popular práctico', continuó sus estudios, para lo cual observaba la vida de los aldeanos franceses y alemanes, pues decía que los aldeanos son los que conservan por más largo tiempo las particularidades nacionales y de raza y son los que mejor podía comparar con sus paisanos, puesto que éstos en su mayoría se componían de gente del campo. Con este intento se retiró durante semanas y hasta meses en aldehuelas tranquilas donde observaba con atención los movimientos, actitudes y modo de ser de los aldeanos. El resumen de sus prácticas estudios científicos lo compendió en las siguientes proposiciones:
    1) Las razas humanas se diferencian en sus hábitos exteriores y en su esqueleto, pero no en la psique. Son igualmente apasionados; sienten y son movidos por los mismos dolores los blancos, amarillos y negros; sólo las formas con que estos movimientos se exteriorizan son diferentes, pero ni aun éstas son constantes en una misma raza, en ningún pueblo, sino que varían por la influencia de los más diferentes factores.
    2) Las razas sólo existen para los antropólogos; para los observadores de la vida popular, sólo existen capas sociales. Así como hay montañas que no poseen las capas superiores, así también hay pueblos que tampoco poseen las capas sociales superiores; las inferiores son comunes á todos los pueblos. Aun en los pueblos donde la civilización es más antigua, como en Francia y Alemania, la masa principal de la población está formada de una clase que se encuentra al mismo nivel intelectual que la masa principal de los tagalos; sólo los separa el color de la piel, los trajes y la lengua. Pero mientras las montañas no crecen en altura, los pueblos van poco á poco creciendo en capas superiores. Este crecimiento no es sin embargo dependiente únicamente de la aptitud de los pueblos, sino también de la suerte y de otros innumerables factores, fácilmente reconocibles.
    3) No solamente políticos coloniales, sino hasta hombres de ciencia opinan que hay razas de inteligencia limitada que nunca podrán llegar á la altura de los europeos. Esto, según opinión de RIZAL, no es cierto; pues dice: con la inteligencia ocurre lo que con las riquezas: hay pueblos ricos y pueblos pobres, como hay individuos ricos é individuos pobres. El rico que cree que ha nacido rico, se equivoca; ha llegado al mundo tan pobre y desnudo como su esclavo; lo que ocurre es que hereda las riquezas que sus padres han acaparado. Pues con la inteligencia sucede que se hereda de la misma manera: así, pueblos que por circunstancias especiales se vieron necesitados á hacer trabajos intelectuales, llegaron á adquirir su mayor desarrollo intelectual, que fue aumentando, y transmitiéndose de unos á otros. Los pueblos europeos se han encontrado en estas circunstancias: por eso son tan ricos en inteligencia; pues no sólo se han heredado de unos á otros, sino que se ha acrecentado, por la necesaria libertad y por leyes ventajosas, debidas á algunos espíritus directores que dejaron como herencia á sus actuales sucesores su riqueza intelectual.
    4) El juicio poco favorable que los europeos tienen de los indios, tiene su explicación; pero no es justo. RIZAL lo fundamentaba como sigue: hacia países exóticos no emigra gente débil, sino hombres fuertes, que no solamente llevan de su casa juicios preventivos, sino que la mayor parte de las veces se creen obligados á ejercer dominio sobre esta gente. Es sabido que la gente de color teme la brutalidad con que se les trata, y esto debido á que no puede replicar exponiendo sus razones, explica por qué colaboran tan mal á la obra de los españoles. Hay que tener en cuenta además que los de color, la mayor parte de las veces pertenecen á las capas inferiores de la sociedad: y por lo tanto el juicio de los blancos tiene el mismo valor que el que pudiera formar un tagalo ilustrado de los franceses y alemanes, si los juzgase por los pastores, porteros, etc., de estos países.

  8. Dr. Ferdinand Blumentritt, austríaco, etnólogo, lingüista, filipinista y mejor amigo del Dr. Rizal. [N. del E.]

  9. Pueblito en la gran isla sureña de Mindanao donde Rizal fue relegado entre 1892-1896. Solicitó ser enviado como médico a Cuba y viajaba rumbo a España en septiembre de 1896 cuando fue apresado y enviado de vuelta a Manila, para responder a cargos de sedición, ya que había sido implicado por miembros del Katipunan como el líder del movimiento. Fue enjuiciado por un tribunal militar y fusilado el 30 de diciembre de 1896. [N. del E.]
  10. Los frailes se referían a Rizal como un mesticillo vulgar o mesticillo chino. [N. del E.]
  11. Palacio donde residía el gobernador general, hoy el palacio presidencial, ubicado a orillas del río Pasig en Manila. [N. del E.]
  12. Hasta los años treinta el castellano fue el idioma de los tribunales y del Congreso. Sólo después de la II Guerra Mundial pudo darse el cambio definitivo al inglés en Filipinas. [N. del E.]
  13. D. Crisóstomo Ibarra, héroe del Noli, es hijo de español y filipina. Vuelve a las islas tras estudiar largo tiempo en el extranjero y pronto se encuentra en líos con los frailes por crear proyectos de educación y porque descubre que uno de ellos fue el responsable del encarcelamiento y muerte de su padre. [N. del E.]
  14. Tagalo, del español zaragate. En el Diccionario tagalo-inglés de L.J. English C.Ss.R. aparece este vocablo como "saragate" y no como aquí lo deletrea Unamuno. [N. del E.]
  15. En inglés, "shibboleth" significa eslógan, lema. [N. del E.]
  16. Andrés de Urdaneta (1508-1568), navegante y misionero agustino que acompañó a Legazpi en su expedición a Filipinas en 1564 (Pequeño Larousse ilustrado, 1987).
  17. Se trata de un doble juego de palabras que dice relación con la obra clásica, "El Desdén con el desdén", del dramaturgo español Agustín Moreto (1618-1669). Según el análisis de Francisco Rico en 1971: "La fábula o acción es ésta: Carlos, Conde de Urgel, enamorado de Diana, princesa en extremo esquiva y enemiga de amores y de casamiento, juzgando imposible empresa el vencer su esquivez por los medios regulares de amor y rendimiento, elige el de fingir indiferencia y desamor, y con esta traza logra su intento, pues Diana, rendida al fingido desdén de Carlos, se da a partido y le da la mano de esposa....El meollo del argumental: enseñar que sólo amamos lo inaccesible y que sólo fingiéndonos inaccesibles obtendremos que nos amen, mostrar que la mejor arma para vencer un desdén es otro desdén." [N. del E.]
  18. Las cosas están cambiando y nos atrevemos a afirmar que a d. Miguel no le parecería mal la internacionalización de la justicia y el papel que en él están desempeñando sus connacionales respecto de las ex colonias. [N. del E.]
  19. En vísperas de su ejecución Rizal escribió una retractación en que abjuró la Masonería y volvió a la Iglesia. Una hora antes de caminar al lugar de fusilamiento se casó con su amante inglesa Josephine Bracken. Desde comienzos del siglo XX ha habido polémica en Filipinas entre los masones, quienes niegan que hubo tal retractación, y los partidarios de la Iglesia. En los años treinta miembros de la Facultad de Derecho del Colegio de San Beda sometieron el documento (encontrado en el archidiócesis de Manila después de traspapelarse durante décadas) al análisis de peritos caligráficos, quienes lo declararon auténtico. [N. del E.]
  20. William Ellery Channing (1780-1842), teólogo norteamericano, fundador del unitarianismo (Gran Enciclopedia Larousse, 1987).
  21. Adolf von Harnack (1851-1930), teólogo luterano alemán. Primero fue profesor (1876), luego miembro de la Academia de Ciencias de Berlín (1890), principal representante de la escuela crítica racionalista. "Para él lo esencial de la fe reside en la piedad hacia Dios, a semejanza de la actitud de Cristo. Considera que el cristiano es libre para criticar al dogma, que, según él, es la traducción intelectual del Evangelio, vinculada a una etapa de desarrollo histórico del pensamiento, e influida por el platonismo y el aristotelismo" (Ibidem.).
  22. Ucase, orden gubernativa injusta y despótica (Dicc. de Palabras olvidadas de uso poco frecuente, E. Muñoz, Madrid: Ed. Paraninfo s. a., 1992).
  23. El barangay equivale a un barrio y la cabeza de barangay tendría su contrapartre moderna en el presidente de la junta de vecinos. En tiempos remotos, el barangay era una embarcación de remos y dice la tradición que las islas fueron habitadas por oleadas de inmigrantes provenientes de Borneo, Indonesia etc., quienes viajaron en dichas embarcaciones. Les dieron a sus asentamientos el mismo nombre y en tiempo de los españoles un barangay lo conformaban "cuarenta y cinco a cincuenta familias indígenas o mestizas en que se dividen los pueblos en Filipinas" (Pequeño Larousse ilustrado, 1987). Los antiguos jefes o datus fueron nombrados cabezas de barangay por los españoles.
    Dice la nota de Retana: "El gobernador de Pangasinán D. Carlos Peñaranda dirigió á los Gobernadorcillos de dicha provincia la siguiente circular:
    'Teniendo noticia este Gobierno civil que la mayor parte de los Cabezas de barangay de ese pueblo no oyen misa en los días de precepto, por la presente prevengo á usted que si en lo sucesivo dejan de cumplir deber tan sagrado, asistiendo á misa en comunidad, presentándose luego al R.C. Párroco y reuniéndose en el Tribunal para enterarse de cuantas órdenes se relacionan con el cargo que desempeñan y demás que les concierne, será usted incurso en la multa de cinco pesos por cada falta en que incurriere y la de un peso por cada Cabeza de barangay y por cada vez que deje de asistir á misa sin fundado motivo. Acúsese recibo, y archívese. —Lingayén, 12 de Junio de 1891—. Peñaranda.'
    "Este documento da perfecta idea de lo que allí se transformaban los hombres. Peñaranda, que tiene un puesto en la historia de la Literatura Española, habíase distinguido en Puerto Rico por excesivamente simpatizador con los isleños; no ocultaba que había sido masón del grado 33 ni sus ideales democráticos. Y este hombre en Filipinas anula por completo todos sus antecedentes para dictar la circular transcrita. Pero aun hizo más: dio otra que causó la estupefacción de todos los españoles...de España: no faltó periódico madrileño que le llamase Peñaranda I, por la circular que reproducimos á continuación (la cual reprodujeron casi todos los periódicos peninsulares):
    'Gobierno civil de Pangasinán. — Gobernadorcillo de...
    'Viene observando este Gobierno, con la mayor extrañeza, que los indígenas, no sólo no saludan á los españoles peninsulares que encuentran á su paso en la vía pública, sino que tampoco tributan ese homenaje de consideración y respeto á las personas constituidas en autoridad, ó que por sus funciones pertenecen á la Administración pública.
    'Considerando que esta falta de respeto envuelve también una censurable ingratitud por parte del indio hacia los descendientes de los hombres ilustres, á quien deben su educación moral y religiosa y los beneficios de su actual civilización, y teniendo en cuenta las facultades que me concede el artículo 610 del título 5.º del Código penal vigente en estas islas, he acordado lo siguiente:
    '1.º Todo indio, sea cualquiera su clase y posición social, al encontrarse en la vía pública con funcionarios investidos de una autoridad, sea gubernativa, judicial, eclesiástica ó administrativa, se descubrirá en prueba de respeto.
    '2.º De igual manera, y como prueba de consideración, se descubrirá al paso de todos los españoles peninsulares.
    '3.º Los infractores de esta disposición serán castigados con la multa de cinco pesos, ó en caso de insolvencia, con la prisión subsidiaria equivalente y destino á los trabajos públicos.
    '4.º Publicará usted por bandillo, durante tres noches consecutivas, en dialecto del país, las prescripciones contenidas en la presente orden para general conocimiento.
    'Acusará usted recibo de la presente orden, que archivará según está indicado. — Lingayén, 29 de Mayo de 1891. — Carlos Peñaranda.'
    "La Solidaridad, escrita por indios (que en Madrid no eran indios, sino españoles nacidos en Filipinas), puso este comentario:
    'Vamos a ver: se manda en el bando que el indio se descubra al paso de todos los españoles peninsulares como prueba de consideración: ¿por qué no se ha de descubrir el peninsular al paso del indio, siendo éste tan español como aquél, y además le asiste al indio el legítimo derecho de estar en su casa, siendo el peninsular un peregrino que, á lo mejor, lejos de proporcionarle bienestar, lo explota?'
    "Esta era, después de todo, la buena doctrina, que, naturalmente, los filipinos en su país residentes veían con sumo gusto al enojo del Gobernador, que había obrado (huelga decirlo) sugestionado por los frailes, sin caer en la cuenta de que podían en España decir los indios lo que López Jaena dijo en La Solidaridad del 15 de Octubre del mismo año:
    'Ya los indios no son mansos corderos que se llevan al matadero; tienen noción de su dignidad y de su derecho; son hombres como los frailes, como el Gobernador que dictó el bando; y como hombres, han sabido que no consiste en los saludos ni en besamanos el cumplimiento de la ley, sino en llenar debidamente sus deberes de buen ciudadano español.' (Síntesis de la doctrina sustentada por RIZAL.)
    "Pero todavía hubo otro Gobernador que fue más allá que Peñaranda. En La Solidaridad del 15 de Marzo de 1894 se lee que al hacerse cargo del mando civil de una de las provincias meridionales de Luzón un señor teniente coronel de artillería (no cita el nombre), dirigió á los Gobernadorcillos una circular que decía á la letra:
    'Al encargarme del mando de esta provincia, prevengo á ustedes que la norma de mi conducta será ceñirme en absoluto á lo dispuesto en las leyes y reglamentos vigentes, siendo inexorable para el que falte á ellos, así como seguro apoyo y garantía para hacer justicia.
    'Guardarán ustedes las mayores atenciones y respetos con los reverendos curas párrocos, UNICOS á quienes podrán ustedes enseñar y consultar en las órdenes que reciban de este Gobierno, sin que nadie más deba enterarse de ellas.'
    "¿Quién mandaba en el país, el Ministro ó los frailes? Quién era el amo? Pues bien: á los indios que aquí sostenían la buena doctrina, les llamábamos filibusteros; y á las autoridades que allá cometían tales imprudencias, se les llamaba insignes patriotas."
  24. Alfredo Loisy (1857-1940) "Exegeta francés que profesaba la independencia absoluta de la crítica bíblica y de la historia eclesiástica respecto a la revelación y los dogmas, concibiendo un Cristo histórico distinto al Cristo de la fe. En 1902, con el pretexto de refutar La esencia del Cristianismo, de A. Harnack, publicó El Evangelio y la Iglesia, que fue condenado por el Arzobispo de París (1903). Fue excomunicado en 1908, rompió con la Iglesia y fue luego profesor de historia de las religiones en el Colegio de Francia (1909-1933). Entre sus publicaciones destacadas son: Los misterios paganos y el misterio cristiano (1919) y La Moral humana (1923)" (Gran Enciclopedia Larousse, 1987).
  25. Félix Sardá y Salvany (1844-1916) Eclesiástico español. "...Gozó de gran fama como polemista integrista. Dirigió durante 43 años Revista popular, semanario católico, y publicó numerosos folletos, reunidos posteriormente en Propaganda católica (7 vols., 1803-1890). Sin embargo, fue El Liberalismo es un pecado (1884), máximo exponente de su integrismo, la obra que provocó mayores controversias " (Ibidem.)
    Integrismo: "Tendencia políticorreligiosa de algunos católicos que pretenden profesar un catolicismo íntegro asociándolo a una ideología conservadora. Desde fines del s. XIX y principios del XX, y particularmente durante toda la crisis modernista, los católicos que querían alardear de adhesión sin reservas al Catolicismo acostumbraban darse el nombre de católicos íntegros. Integrismo ha venido a significar una especie de totalitarismo religioso que pretende sacar únicamente de la fe la respuesta a todas las cuestiones de la vida privada y pública, y que, en consecuencia, niega la autonomía legítima de los diferentes ámbitos de la vida, sometiéndolos a la potestad directa de la Iglesia. El integrismo, con todo, es más un temperamento que una corriente. Sus rasgos fundamentales son: intransigente fidelidad a las enseñanzas pontificias; lucha abierta contra el naturalismo, el laicismo, la revolución y el comunismo; cierto puritanismo moral" (Ibidem.).
  26. Rizal a los 14 años había tallado de madera noble la imagen del Sagrado corazón como regalo a uno de sus profesores que volvía a España, pero se le había quedado. El día antes de su muerte uno de los jesuítas que acompañaron a Rizal en capilla le trajo la imagen, quedando Rizal profundamente conmovido. [N. del E.]
  27. Dijo Rizal mientras caminaba al lado de la ciudad amurallada Intramuros, al ver la torre de la iglesia de Ateneo de Manila, donde fue alumno desde los 11 hasta los 18 años. [N. del E.]
  28. Conocida en Filipinas como la "Aglipayan Church". Su fundador, Gregorio Aglipay, fue un sacerdote católico que pasó al gobierno revolucionario y formó la iglesia filipina en Agosto de 1902. [N. del E.]
  29. Patriota y escritor filipino. [N. del E.]

 

W.E. Retana. Vida y Escritos del Dr. José Rizal. Madrid: Librería General de Victoriano Suárez, 1907. [Edición Ilustrada con fotograbados. Prólogo de Javier Gómez de la Serna y Epílogo de Miguel de Unamuno. Edición digital y notas de Elizabeth Medina]

© José Luis Gómez-Martínez
Nota: Esta versión electrónica se provee únicamente con fines educativos. Cualquier reproducción destinada a otros fines, deberá obtener los permisos que en cada caso correspondan.





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ENGLISH TRANSLATION:
 

"EPÍLOGO"
(to Life and Writings of Dr. José Rizal de WE Retana)

I have just read the Life and Writings of Dr. Rizal , by WE Retana for the second time , and I close its reading with a tumult of bitter reflections in my spirit, from which a luminous figure emerges, that of Rizal. A man full of destiny, a heroic soul, the idol today of a people who will one day play, I have no doubt, a fruitful role in human civilization.

Who was this man?

I
The man

With an intimate interest, I was going through Retana's book that diary that Rizal kept in Madrid as a student. Beneath his terse annotations beats a dreaming soul as much or more than in the rhetorical amplifications of the fictional characters in which his spirit woven of hopes later incarnated.

Rizal studied Philosophy and Letters in Madrid for the same years that I was studying at the same Faculty, although he was finishing it when I started it. I must have seen the Tagalog more than once in the vulgar cloisters of the Central University, I must have crossed paths with him more than once while we dreamed of Rizal in his Philippines and I in my Vasconia.

In his diary he does not forget to record his attendance at the chair of Greek, to which he seemed to be fond of and in which he obtained the first qualification. I don't miss it. Rizal was not exactly fond of Greek, I can assure you: Rizal was fond of D. Lázaro Bardón, our venerable teacher, as I was. In the Noli me tangere there are two touches that come from D. Lázaro. One of them is to translate the principle of Glory as Bardón translated it: "Glory to God in the highest; on earth, peace; among men, good will." Don Lázaro was one of Rizal's affections; I assure you that I was a disciple of Don Lázaro and that I have read Rizal's newspaper and works.

And that noble and rude maragato (1) deserved it , that soul of a child, that holy man who was Don Lázaro, a secularized priest. If all the Spaniards that Rizal knew had been like D. Lázaro ...!

In those cloisters of the Central University we must have crossed, I mean, the Tagalog who dreamed in his Philippines, and I, the Biscayan, who dreamed in my Vasconia. Romantic both.

Retana is right when he says that Rizal was always a romantic, meaning a dreamer, an idealist, a poet in short. Yes, a romantic, as all Filipinos are, according to Mr. Taviel de Andrade.

Nor was his whole life anything other than an unrepentant dreamer, a poet. And not precisely in the rhythmic compositions in which he tried to pour the poetry of his soul, but in all his works, in his life above all.

He loved his homeland, the Philippines, with poetry, with religiosity. He made a religion out of his patriotism, and I'll talk about this later. And he loved Spain with poetry, with religiosity too. And this led to those who did not know how to love her, either with poetry or with religion, led him to death.

"Oriental Quixote" once called him Retana, and he is well named. But it was a Quixote dubbed from a Hamlet; he was a Quixote of thought, who was repulsed by the impurities of reality.

His exploits were his books, his writings; his heroism was the heroism of the writer.

But let it be understood that not from the professional writer, not from the one who thinks or feels to write, but from the man full of love who writes because he has thought or felt. And the difference is very great - about which Schopenhauer drew attention - from thinking to writing to writing because it has been thought.

Rizal was a poet, a hero of thought and not of action, but insofar as thought is action, the verb, which was already in the beginning, was with God and was God himself, and by whom all things were made according to the Gospel.

Says Retana when, back Rizal to Manila in 1892, he entered politics, founding the League (2) , the "mystical Lyrist" became a worker in prose, and pendant of Tolstoi on a pendant Becerra (3) . Perhaps with this he rendered greater service to the Philippine cause; but his figure diminishes, he adds. And Mr. Santos (4) confronts Retana with some considerations that the reader can read in note (312), page 252 of this work.

The heroes of thought are not masters of their action; the wind of the Spirit takes them where they did not intend to go. In order to master the external acts of one's life, a certain imaginative poverty is very convenient, and, on the other hand, the great courageous of thought, the spirits thrown into forging ideas and rushing them to their ideal and theoretical consequences, are seldom men of energetic will for the external acts of life. Galileo, so heroic in thinking, was weak before the Holy Office. And this is the common and very true psychology of the teacher of Le Desciple [sic], by Bourget. If not, study the life of Spinoza, that of Kant, that of so many other heroic thinkers.

Rizal, the brave dreamer, seems to me a weak and irresolute will for action and life. His withdrawal, his shyness, attested a hundred times, his shame, are but one form of that Hamletian disposition. To have been a practical revolutionary, he would have needed the simple mentality of an Andrés Bonifacio (5) . It was, I think, an embarrassing and hesitant one.

And these previous heroes, these great conquerors of the intimate world, when the action drags them, heroes also appear, heroes by force, of the action. Read without prejudice the life of Luther, that giant of the heart, who could never know where his fate led him. It was an instrument of Providence, as was Rizal.

Rizal foresaw his end, his glorious and tragic end; but he foresaw it passively, like the protagonist of a Greek tragedy. He did not go to him, but felt drawn to him. And he was able to say: Lord, your will be done and not mine!

It is the same story of so many providential men who fulfilled a destiny without having proposed it, and who, closed in on themselves, building their dreams to give them to others as consolation and hope, became leaders.

Retana says somewhere that Rizal was a mystic. Let's admit it. Yes, he was a mystic, and like so many mystics, from his stylite tower, with his eyes in the sky and his arms raised, he led his people to struggle and life.

Rizal was a writer, or, let's say rather, a man who wrote what he thought and felt. And as a writer is how he did his work.

II
The writer

In this book you will find Rizal's judgments as a writer; in it he is examined as a writer.

It should be noted first of all, and Retana does not omit it, that Rizal wrote his works in Castilian, and that Castilian was not his native maternal language, or, at least, that it was not the indigenous and natural language of his people. Spanish is in the Philippines, as it is in my Basque country, an adventitious and recently implanted language, and I suppose that even those who have had it there as a cradle language, as a language in which they received the caresses of their mother and in which They learned to pray, they have not been able to receive it with roots.

I judge for myself. I learned to stammer in Spanish, and Spanish was spoken at home, but Spanish from Bilbao, that is to say, a poor and shy Spanish, a Castilian in blankets, not infrequently a bad translation from Basque. And those of us who, having learned it this way, then have to make use of it to express what we have thought and felt, we are forced to reshape it, to make ourselves a language with effort. And this, which is in a certain respect our weakness as writers, is at the same time our strength.

Because our language is not a caput mortuum , it is not something that we have passively received, it is not a routine, but rather it is something alive and throbbing, something in which our struggle is seen. Our words are living words; we resuscitate the dead and animate with new life those who had it languid. We cast our language, ours by right of conquest, with our hearts and brains.

Retana applies to Rizal the well-known distinction between language and style, and the very clear doctrine that you can have your own strong or broad style with a defective language, and, on the contrary, be very correct and accurate in diction, lacking in absolute self-styled.

The distinction has been made a thousand times; but these barbarians who think in Castilian by inheritance and routine, and who go around with grammar and sloppiness, fail to penetrate it. You have to leave them. All his miserable literature will sink into oblivion, and soon no one will remember his barbarous imitations of the language of the seventeenth or sixteenth century, no one will take into account his weary and tiring voiced emptiness.

Rizal's style is, generally, soft, undulating, sinuous, without rigidities or corners, sinning, if anything, diffuse. It is an oratory style and it is a Hamletian style, full of indecision amid the firmness of central thought, full of conceptualities. It is not the style of a dogmatist.

Like Plato, he poured his ideas into dialogues, for nothing else but sociological dialogues, and at times philosophical, are his novels. He needed more than one character to show the multiplicity of his spirit. Retana says that Rizal is the Ibarra and not the Elías de Noli me tangere, and I believe that it is one and the other, and that it is when they contradict each other. Because Rizal was a spirit of contradictions, a soul that feared the revolution, longing for it deep down; a man who trusted and mistrusted both his countrymen and racial brothers, who believed them to be the most capable and the least capable - the most capable when he looked at himself, who was of his blood, and the most incapable when he looked at others. "Rizal was a man who oscillated between fear and hope, between faith and despair." And all these contradictions were united in a bundle by his ardent love, his poetic love, his love, made of dreams, for his adored homeland, his beloved region of the sun, pearl of the eastern sea, his lost Eden 1 * ) ( 6) .

This Tagalog Don Quixote-Hamlet found in a very deep affection, in a truly religious passion — for religious was, as I will say later, his cult of his homeland, the Philippines — the focus of his contradictions and the end of his enthusiasm for culture. I wanted the culture; but he wanted it for his people, to redeem and exalt it. His constant theme was to make educated and enlightened Filipinos, to make them complete men. And he was repulsed by the revolution, because he feared it would endanger the work of culture. And despite fearing her, perhaps he desired her despite himself.

Rizal, deeply religious soul, felt well that freedom is not an end, but a means; that it is not enough for a man or a people to want to be free if they do not form an idea — an ideal rather — of the use that they are to make of that freedom later.

Rizal was not a supporter of Philippine independence; This is clear from his all writings. And it was not because he did not believe his country qualified for independent nationality, because he believed that it still needed the patronage of Spain and that it would continue to protect it - or rather to protect it - until it reached its age of emancipation. Thought that those who persecuted him saw very well, those unfortunate Spaniards who never formed a human notion of what a metropolis should be and who always considered the colonies as a farm, populated by indigenous people like domestic animals, to be exploited .

And how they exploited it! With what contempt for the Filipino Spaniard, for the colonial compatriot! This contempt, rather than oppressions and humiliations of another kind, that barbarian and anti-Christian contempt was always carried by Rizal in his soul like a thorn. He felt in himself all the humiliations of his race. It was a symbol of it.

III
Tagalog

Rizal was, in effect, a symbol , in the etymological and primitive sense of this word; that is to say, a compendium, a summary of his race. And like every man who comes to symbolize, to summarize a people, one of the few representative men of humanity in general.

It is understood that Rizal is today the idol, the saint of the Filipino Malays. He is a man who seems to say to them: "You can reach me; you can be what I was, since you are flesh of my flesh and blood of my blood."

Unitarian Protestants say, that is, those who do not admit the dogma of the Trinity or that of the divinity of Jesus Christ, that believing Jesus to be a pure man and no more than a man, a man like the others, although the one in whom the conscience of filiality with respect to God became more alive and clearer; that to believe this is a much more pious and consoling belief than to believe the Christ a God-man, the second person of the incarnate Trinity, because, if Christ was man, it is possible that other men reach where he arrived; but, if he was a God, it is impossible for us to match him.

And I have read in a Mexican writing that the life and work of the great Indian Benito Juárez has been an example and a redemption for many Mexican Indians, who have seen one of their own, of pure American blood, come to incarnate in a moment to the homeland, to be her living conscience and to carry in her stoic and religious soul — religiously stoic — her destinies. Many of the whites and mestizos that surrounded Juarez could have had, and some had, more intelligence and more enlightenment than he; But none had such a well-tempered heart and such a deep and religious feeling for the homeland as that indigenous lawyer, of pure American blood, who did not learn Spanish but already a talludite, and who, by losing faith in Catholic dogmas in that his relative the priest educate him,He transferred that faith to the principles of law that he learned in the classrooms to apply them to his homeland, Mexico, felt as a divine power.

It is also in the classrooms that Rizal became aware of Tagalog; in the classrooms, where he was taught incomprehensible, disdainful and arrogant targets. It is he himself who in chapter XIV, "A student house", of his novel El Filibusterismo , tells us: "The barriers that politics establishes between the races disappear in the classrooms as if melted in the heat of science and youth. . " And it is what he longed for for his homeland: science and youth — youth, not childhood — that would melt the barriers between the races.

These barriers, and even more than the legal ones, those established by customs, tormented Rizal's generous soul. The conscience of his own race, conscience that he owed to his personal superiority, fertilized by education, that conscience was one of pain. With deep, deep poetic sense he was able to call the Philippines in his last song, the one of farewell: My idolized homeland, pain of my pains! Yes, his homeland was his conscience, because in him the Philippines became aware of itself, and in him, Christ of her, was redeemed by suffering.

Rizal had to suffer the petulant brutality of the white man, for which there is no word but a Greek word: authadía . Which means the complacency that one feels with himself, the satisfaction of being who he is, the recreation of himself, and then, in the ordinary sense, arrogance, insolence. And this is the target: arrogant, insolent, self- righteous . And arrogant for misunderstanding the soul of others, for asymmetry , that is, for inability to enter the souls of others and see and feel the world as they see and feel it.

It would be very curious to make a review of all the nonsense and all the nonsense that men of the white or Caucasian race have invented to base our claim to native and original superiority over other races. Here they would enter from biblical fantasies to pseudo-Darwinian fantasies, without forgetting that of the blond-dollar and other analogous ridiculous things. A quality that distinguishes us is a privilege or an advantage, that which we lack is a defect. And when we come across a case like the recent one in Japan, we don't know where to go.

Rizal had this ethnological concern, and his conclusions in this regard can be read on pages 137 and 138 of this book (7) . And on different occasions, especially in his annotations to the book Events of the Philippine Islands , by Dr. Antonio de Morga, it can be seen how he tried to tell his countrymen about the charges that the white man made them.

On p. 23 of this book, the reader will have seen what Prof. Blumentritt (8) tells about the fact that Rizal, from a young age, was greatly resentful of being treated by the Spanish with some contempt, just for being an Indian. Blumentritt's statements in this regard are not wasted.

For almost all Spaniards who have passed through the Philippines, the Indian is a small child who never reaches the greatest age. Let us remember that the grave Egyptian priests regarded the Greeks as children, and think about whether our Spaniards did not play there, at most, the role of Egyptians of decadence among incipient Greeks, Greeks in social childhood.

Others speak of the servility of the Indian, and in this regard it only happens to me to consider what happens here, in the Peninsula, in which the natives of a certain region are considered the most servile, these being the ones who perhaps have the most developed feeling of inner freedom and dignity. A street sweeper with his broom, a water carrier with his tub, can have and usually has a finer sense of his dignity and independence than the hungry hidalgo who disdains him and goes around asking for jobs or grants. Servility is usually dressed here in the arrogant robe of a nobleman, and the insolent beggar within us is cloaked in his arrogance. Our picaresque literature tells us a lot about it.

Rizal had a fine sense of social hierarchies, he never forgot the treatment that each one was owed. Retana's account of the fact that at official receptions in Dapitan (9) he greeted those present in order of hierarchy is extremely interesting; but at family gatherings, he did it first to the ladies, even though they were Indians. This, which is a Japanese-style trait, the insolent officers with their subordinates and crawlers with their superiors, or the uncouth friars, fed up with borona or rye in their land, were not able to appreciate in all its value, who tutored everything. Indian.

"Here comes the most lost of the Peninsula, and if a good one arrives, it will soon corrupt the country", says a character from Noli me tangere . I will not dispute the greater or lesser accuracy of that statement —a statement that, unfair as it may be, has been made a thousand times in Spain; "But what Spaniards Rizal must have known in the Philippines!" And, above all, what friars! Because the friars are recruited here, generally, among the most uneducated classes, among the most uncouth and most rustic. They leave the esteva or laya to enter a convent; There the hair of the pasture is brushed with barbarous Latin and indigestible scholasticism, and then they find themselves as rustic and uneducated as when they entered, converted into parents and object of the veneration and respect of many people. Must not their authorship develop ?, the gratuitous pride? Transfer a man under these conditions to a country like the Philippines; Put him among timid, ignorant, fanaticized simple Indians, and tell yourself what has to turn out.

On one occasion I could not resist the smug insolence of a Scotsman, and facing him I said: "Before going on, allow me an observation: You will recognize with me that, as England is taken as a whole and as a nation more advanced and cultured than Portugal or Albania, it cannot be tolerated that the most brute and the most uneducated of the English believes themselves superior to the most intelligent and cultured of the Portuguese or Albanians, is it not so? " And as the man agreed, I concluded: "Well then: you figure in England, because of the tests you are giving today, at the bottom of the culture scale, and I in Spain, I say it with the modesty that characterizes me, in the highest of it; so that we have concluded, because there is more distance from me to you than Spain to England, only in reverse order. "And this I think not a few Indians could say andvulgar little mesticillos (10) to the grave and cogolludos parents who despised them.

Read on page 35 of this book how Rizal was in 1880 for the first time in the Malacañang palace (11) for having been run over and wounded on a dark night by the Civil Guard, because he passed in front of a package and did not salute, and the bundle turned out to be the lieutenant commanding the detachment. And this event is related to Rizal's later translation into Tagalog of Schiller's play William Tell , in which Tell is arrested for failing to salute the stick on which the tyrant Gessler's hat crowned.

All these humiliations hurt that sensitive and most delicate soul of the poet; He could not suffer the brutalities of the white and uncouth and not at all dreamer, of the Carrascos Samsons who fell over there, of those tough Spaniards covered with chickpea or borona.

And Rizal's entire dream was to redeem, to emancipate the soul, not the body, from his homeland. All for the Philippines! He wrote to Father Pastells, a Jesuit, about the cause to whose defense he dedicated his talents: "The cane, when born in this soil, comes to support nipa huts and not the heavy masses of the buildings of Europe." A very delicate thought, the scope of which I doubt very much that Father Pastellas or any other Spanish Jesuit understood. And these were the best there ...

Rizal never thought but of the Philippines; But neither did Jesus ever want to leave Judea, and told the Canaanite woman that he had been sent for the lost sheep of the kingdom of Israel only. And from that corner of the world, where he was born and died, he radiated his doctrine throughout the world.

Rizal, the Philippine living consciousness, dreamed of an ancient Tagalog civilization. It is a natural mirage; it is the mirage that the legend of Paradise has produced. The same has happened in my Basque land, where there was also dreamed of an ancient Basque civilization, a patriarch Aitor and a whole fantastic prehistory drawn in clouds. They have even said that our remote grandparents worshiped the cross before the coming of Christ. Pure poetry.

In this poetry I rocked the dreams of my adolescence, and in it that singular man, every poet, who called himself Sabino Arana, and for whom the time of full recognition has not yet arrived, rocked them. In Madrid, that horrid Madrid, in whose voice classes all the Spanish incomprehension is encrypted and summarized, he was taken as a joke or with rage, he was scorned without knowing him or he was insulted. None of the unfortunate follicular people who wrote anything about him knew his work, least of all his spirit.

And I bring up Sabino Arana, ardent, poetic and dreamy soul, because he has an intimate kinship with Rizal, and like Rizal he died misunderstood by his family and others. And like Rizal filibuster, filibuster or something similar he was called Arana.

They seemed even in details that are insignificant and that are, however, highly significant. If I were not afraid of taking this essay too long, I would say what I think it means for Arana to undertake the reform of the Basque or Basque spelling and Rizal that of Tagalog.

And this Indian was educated by Spain and Spain made him Spanish.

IV
The Spanish

Spanish, yes, deeply and intimately Spanish, much more Spanish than those wretches - forgive them, Lord, because they didn't know what they were doing! - who on his corpse, still warm, threw like an insult to heaven, that sacrilegious long live Spain !

Spanish Yes.

In the Spanish language he thought, and in the Spanish language he gave his teachings to his brothers; In the Spanish language he sang his last and most tender goodbye to his homeland, and this song will last as long as the Spanish language lasts; In the Spanish language, he left the Philippine Bible written forever.

"Why are you coming now with your teaching of Spanish - says Simoun in El Filibusterismo - a claim that would be ridiculous if it weren't of deplorable consequences? less time! ...

"On the contrary, replied Basilio; if knowledge of Spanish can unite us to the Government, on the other hand it can also unite all the islands with each other!"

And this is the solid point of view.

When the Romans arrived in Spain, at least as many languages ​​must have been spoken here as in the Philippines when my countryman Legazpi arrived there. Latin turned out to be a way for all Spanish peoples to understand each other, and Latin unified us, and Latin made the Homeland. And it could very well be that Castilian, Spanish, and not Tagalog, make the spiritual unity of the Philippines.

In a recent letter from Manila the learned and cultured Filipino Mr. Felipe G. Calderón tells me: "Due to a contradiction that for you may not have an explanation and that for us is perfectly explainable, I am pleased to tell you that today He speaks (here) more Spanish than ever, and the reason is very clear, considering that currently the educational establishments have increased, based on Spanish; there is a greater movement of books and newspapers, since the previous censorship has disappeared, and the iron hand of the friar obstructed every attempt, every attempt to study Spanish.

"You who have read the Noli me tangere can appreciate what was the obstructionist work of the friar against Castilian, by the chapter" Adventures of a school teacher "; and the famous Castilian Academy that is spoken in El Filibusterismo is a reality in which I took an active part and the then Director of Civil Administration, Mr. Benigno Quiroga Ballesteros.

"The public schools are here organized on the basis of English; but their result is not so flattering for that language, since even the students in the official schools cultivate English and Spanish in parallel, since this is the social language, like Spanish. English is the official one and the dialect of each locality is that of the home.

"To prove to you the little success that English achieves, the following information is sufficient for you: By the Civil Code of Procedures promulgated in 1901 it was established that from this year English would be spoken in the courts of justice; but in view of the fact that neither Philippine judges, lawyers, not even Supreme Court magistrates were in a position to accept such reform, a law has had to be passed extending the use of Spanish in the courts of justice for another ten years (12) .

"The consequence of such a law is that the Filipino people have seen that without English they can also live and no efforts are made, as in the beginning, to learn the language."

Castilian, the language of Rizal, is the social language of the Philippines. Is it not due to Rizal more than to any other man the preservation in the Philippines of this language, in which the best, the purest of our spirit goes? Instructive destiny that of our Spain! It begins to be truly loved and respected when it ceases to dominate. In all of her former colonies she is loved more and better when they no longer depend on her. Justice is served after his yoke is thrown off. So it has happened in Cuba, so in all of Spanish America, so in the Philippines. Is there two Spains?

Since those who read this essay have read Retana's book before, it is useless to try to prove to them that Rizal loved Spain as his spiritual nurse, as his teacher, as the spiritual nurse of the Philippines, his homeland. He loved her with intelligent and cordial affection, and not with the blind and brutal selfish instinct of those wretches who threw the sacrilegious alive on the corpse of the great Tagalog.

Rizal lived and was educated in Spain, and was able to meet other Spaniards than the friars and employees of the colony.

All of Rizal's judgments on Spain are of a moderation, a serenity, a deep sympathy, an affection that could only escape the barbarians who intend, bolt in hand, to make us launch a long live Spain! without any content and that sprouts, not from the brain or the heart, but from the other organ, from which energetic volitions come out of the barbarian. Those poor unconscious people who feel cold in the back when they see the red and yellow flag waving could not understand Rizal's Spanishism. (And this because gualda and sword are consonants.)

It is useless to insist on this.

Retana says: "He was so Spanish, that from so much being so he derived his imponderable personal pride, without limits; he did not want to be less Spanish than the one who was more so. That is precisely why, for being so Spanish , he was judged" filibuster "."

V
The filibuster

We already have here the nickname, the chibolete 2 * ) .

Let us hear from Rizal himself what he tells us in chapter XXXV, "Comments", of his Noli me tangere :

"The white parents have called D. Crisostomo (13) plibastero . He is a worse name than tarantado (reckless) and saragata (14) , worse than betelapora , worse than spitting on the host on Good Friday. You already remember the word ispichoso , that it was enough to apply to a man so that the civilians of Villa Abrille would take him to the desert or to jail; for plibastiero [sic] is worse. According to the telegrapher and the director, plibastiero said by a Christian, a priest or a Spanish to another Christian like us, it seems santus deus with requimiternam ; if they call you once plibastiero , you can now confess and pay your debts, because you have no choice but to let yourself be hanged. "

What a beautiful passage! How vividly does it show us that terrible power exercised by words where ideas are miserable or absent! That terrible plibastero or filibuster, like today the nickname of separatist, was a chibolete (15) , a mere word as empty of content as emptiness, long live Spain! with which one wanted and wants to fill the inanity of purposes.

Retana is right; "If Rizal's enemies had seen the drawing that he made of his house in Calamba, and that he sent to Professor Blumentritt, they would have said that the drawing was also a filibuster !" (page 145). And he is right to add that Rizal's doctrines regarding the Philippines did not go any further than those of many Catalans and Basque people who are left, for today at least, to live in peace.

It was the Spaniards, it must be said very loudly, it was above all the friars — the uncouth and incomprehensible friars — who were pushing Rizal into separatism. And things are repeating themselves today, and it is the rest of the Spaniards who are determined to propel Catalans and Basques towards separatism.

Let's hear what a character from Rizal says in chapter LXI of Noli me tangere , that is, one of the several men that there were in Rizal. He says:

"They have opened my eyes, they have made me see the sore and they force me to be a criminal! And since they have wanted it, I will be a filibuster, but a true filibuster; I will call all the wretches ... We, for three centuries, we reach out to them, we ask for love, we long to call them our brothers; how do they answer us? With insult and mockery, denying us even the quality of human beings. "

And so Bonifacio, the winemaker, the non-intellectual, arrived and made the revolution.

Filibuster! Read again on page 262 of this book what the press of the Metropolis, this miserable and incomprehensible press, one of the main causes of our disaster, said de Rizal. The same thing he said about Arana.

Retana is right in saying that the separatist ideal itself is legitimate, as an ideal, in the Peninsula. You can discuss the Homeland; indeed, it should be discussed. Only by discussing it will we come to understand it, to be aware of it. Our misfortune is that Spain today does not mean anything to the vast majority of Spaniards, and a nation, like an individual, languishes and ends up perishing if it has no more spring of life than the mere instinct of self-preservation.

The Spain of ¡long live Spain! The sacrilegious that launched itself on Rizal's corpse is the Spain of the exploiters, the brutes, and the imbeciles; the Spain of tyrannies and their slaves; the Spain of the caciques and the owners of large estates; the Spain of those who only live on the budget without any ideal.

Rizal wanted to give content to Spain in the Philippines, and as there were plenty of friars and brutes to fill that content, Rizal was accused of filibuster.

In the sad prosecutorial indictment against the great Spaniard and great Tagalog - I will deal with it shortly - it was said that Spain had plenty of breath and energy to not tolerate that the Spanish flag ceased to float in those regions discovered and conquered by fearlessness and fear. courage of our ancestors; and to these phrases, of detestable and pernicious rhetoric, Retana makes a very fair comment. The Philippine Islands, in fact, were not conquered with courage and intrepidity, but were won through persuasion and pacts with the indigenous rulers, with hardly any blood being spilled. "The general in chief of the conquest, " Retana adds, "was called Miguel López de Legazpi, a kind and old clerk who in the days of his life drew the tizona."

Yes; The Philippines were won for Spain by my countryman Legazpi —one of the most representative men of my Basque race, as he was also very representative of her, his and mine, Urdaneta (16) -; and he won them with his brain and not with the other organ from which not a few of the Pizarro-style conquerors have drawn their determinations, by sword and bar.

Thus, with his brain, Legazpi, the kind Basque clerk, won them. And how did they get lost? Let's see it.

Let's look at the Rizal process.

VI
The process

Upon reaching this part of my work, a great sadness invades me, and at the same time the consciousness of the seriousness of everything I have to say. The facts that I am going to judge already belong to history, although most of the actors who intervened in them are still alive. For everyone I personally want the highest considerations. God and Spain will forgive them for what they did, in view of the fact that they did it without knowing what they were doing and acting, not as self-aware and autonomous individuals, but as members of a community, of a corporation maddened by fear. Fear and only fear, the degrading feeling of fear, fear and fear alone was the inspirer of the military court that sentenced Rizal.

Retana says, speaking of the execution of Rizal, that "fortunately, Spain is not responsible for the mistakes made by some of her sons" (p. 188). I'm sorry to disagree with Retana here. I believe, in effect, that unfortunately Spain is responsible for that crime; I believe more, and I say it as I believe it: I believe it was Spain that shot Rizal. And he shot him out of fear.

Out of fear, yes. It has been a long time since all the public mistakes, that all the public crimes that are committed in Spain, have been committed out of fear; For a long time, all of its corporations and institutes, beginning with the Army, have only operated under the pressure of fear. Everyone is afraid of being discussed, and to avoid it they hit when they can hit. And they hit out of fear. Out of fear Rizal was shot, just as out of fear the Army requested the abhorrent and absurd Jurisdiction Law, and out of fear Parliament voted for it.

The indictment of Mr. Enrique de Alcocer y R. De Vaamonde is, like the opinion of the Auditor General Mr. Nicolás de la Peña, a shameful and deplorable thing. That is to say, they would be if these gentlemen had acted for themselves and before them, autonomously, and not as pieces of an institute and a society overwhelmed by fear. Retana has broken down the horrendous and misguided accusation of Mr. Alcocer.

At the bottom of all this, nothing can be seen except fear and hatred of intelligence, fear and hatred very natural in the institute to which Messrs. Alcocer and Peña belonged. Retana says that shooting Rizal for the reasons why they shot him is as if in Russia they were trying to shoot Tolstoy. I think that good wishes are passed on to not a few. I know that when the process for the barbaric attack on the Lyceum was taking place in Barcelona, ​​years ago, the military judge who acted in it and had the collection of a magazine in which my colleague Mr. Dorado Montero, very prestigious, collaborated Criminalist, and I, allowed himself to be said: "These, these two gentlemen professors, I would like to catch and they would see what is good." If it had been in the Philippines, at this time my companion Mr.Dorado Montero and I would sleep the eternal dream of the martyrs of thought.

The most terrible thing about the military jurisdiction is that it does not know how to prosecute; it is that the education that the military receives is the most opposite to that needed by those who have to have the office of judging. They sin, not out of malicious intent, but out of clumsiness, inability. And they sin sometimes by letter of more and others by letter of less.

In any corporation, and especially in the Army, individual intelligence and independence of judgment come to be seen as a danger. The one who commands the most is the one who is most right. Discipline requires submitting personal criteria to hierarchy. Only at this price is the institute strengthened. And so in the Army, and, what is more, even in the Teaching Staff as a Corps, as its mission is to spread culture, individual intelligence is viewed with suspicion and even quietly hated. Known are the injunctions of the Holy Fathers to her; known is how much they have said about those who think they are wise. Intelligence, it is said, leads to pride; you have to submit your own judgment.

And this, which is natural and excusable, since it starts from a beginning of life of every corporation or institute, this is aggravated when these institutes are in the form of rudimentary development. The less perfect a corporation, the greater the fear and hatred of intelligence that develops within it. And our army, as an army - as is our clergy, as clergy, and our faculty, as faculty - is in a very rudimentary state of development. Their collective intelligence is lower than the average of the individual intelligences that compose it, although this average is not very high, as it is not in Spain. But that their rudimentary collective intelligence has a certain awareness, albeit obscure, of its rudimentaryness, and tries to defend itself against corrosive individual intelligences.I doubt that there is an army in which it harbors more indifference, if not disdain, with respect to the individual intelligences that exist within it, as in ours, and I doubt that there is another in which so much worship is rendered to blind courage, to instinctive courage. There are legions of Spanish soldiers who would answer what is said, Prim replied to a foreign general who asked him how to do guerrillas; there are legions who, despite the lessons witnessed and not received, continue to believe that war is not made with the brain primarily, but with the other. And the other is not the value either. Because courage is more cerebral than testicular. And in any case it is cordial.and he doubts that there is another in which so much worship is rendered to blind courage, to instinctive courage. There are legions of Spanish soldiers who would answer what is said, Prim replied to a foreign general who asked him how to do guerrillas; there are legions who, despite the lessons witnessed and not received, continue to believe that war is not made with the brain primarily, but with the other. And the other is not the value either. Because courage is more cerebral than testicular. And in any case it is cordial.and he doubts that there is another in which so much worship is rendered to blind courage, to instinctive courage. There are legions of Spanish soldiers who would answer what is said, Prim replied to a foreign general who asked him how to do guerrillas; there are legions who, despite the lessons witnessed and not received, continue to believe that war is not made with the brain primarily, but with the other. And the other is not the value either. Because courage is more cerebral than testicular. And in any case it is cordial.They continue to believe that war is not made with the brain mainly, but with the other. And the other is not the value either. Because courage is more cerebral than testicular. And in any case it is cordial.They continue to believe that war is not made with the brain mainly, but with the other. And the other is not the value either. Because courage is more cerebral than testicular. And in any case it is cordial.

And it is well understood that what I say about our army I apply mutatis mutandis to the other institutions, beginning with the one to which I belong.

It is — it will be said to me — that war auditors, true lawyers, were involved in the Rizal trial! The lawyer who joins the military, to form part of the Military Legal Corps, as well as the other auxiliaries, assimilate the general spirit of the Corps. The uniform, narrow and rigid, can in them more than the wide robe.

From the very day a warship is keel-fired in the shipyard, it has already been fully manned, and there the commander commands more than the naval engineer. A Navy doctor once said to me: "Do you believe that when a ship enters fire and has to play the artillery, the maneuver will be subject to what the artillery officer orders? Commander. And if it does not occur to them to heal the wounded or to say mass, it is because they disdain these functions. "

And so in everything in the military. The combatants, those whose proper function is to fight, disdain the Auxiliary Corps; but these, the auxiliaries, always try to assimilate themselves to the former, although perhaps also disdaining them. That of disdain with disdain is a genuinely Spanish formula (17) .

The lawyers who intervened in the Rizal process did so as soldiers, and as soldiers, influenced by those unfortunate friars and their like, dominated by fear.

In the light of these extremely painful considerations, one must read the shameful accusation against Rizal, and the opinion and the report. It is true that Mr. Taviel de Andrade's defense is a document of serenity and judgment; but what obligatory shyness in her! There is, in any case, to save the defender; fear did not hold him so much.

The poor auditor Mr. Peña entered judging the intellectual capacity of the accused, and this reminds me of the nonsense of the magistrate who, when acquitting Flaubert's Madame Bovary , entered judging of her literary merit, which that sovereign earned him stroke of the great novelist, who could not allow a vulgar magistrate to criticize from his seat of administering justice.

It is natural that in the atmosphere of fear that existed in Manila in the days of the Rizal trial, it was difficult to escape the contagion. You have to read in this book how those who called themselves Christ's ministers preached extermination. It is their custom; They want to put faith, or whatever it is, in the heads of others by breaking them with a glass.

I repeat that it was Spain that shot Rizal. And if I were told that here no longer is being shot for ideas and that here Rizal would not have been shot, I will answer that it is true, but it is because here we are closer to Europe. And Europe, furthermore, when it comes to abuses that a nation commits in its colonies, shrugs its shoulders, because which of its nations is free of this guilt? The ethics of a European nation is twofold and changes when it comes to colonies (18) .

And all this was sanctioned by General Polavieja, whose mentality corresponded, according to my reports, to the rudimentary, to the rudimentary of the collective intelligence that, under the pressure of fear, issued that ruling.

Rizal was sentenced to death; But there was still another act to be done, and that is that of conversion. The sword fulfilled its trade — a trade for which the sword is useless; The hyssop was lacking to fulfill his, a job also for which the hyssop does not serve.

Let's look at the conversion (19) .

VII
The conversion

Rizal, educated in Catholicism, never became, strictly speaking, a freethinker, but a freebeliever. To the Jesuits who visited him when he was in the chapel, he seemed a Protestant, and as a Protestant or a sympathizer of Protestantism, as well as a Germanophile, he was treated more than once.

Among us Spaniards, there is hardly any idea what Protestantism is and means, and the Spanish Catholic clergy is most ignorant about it. There is nothing more absurd than the idea that a Spanish priest is formed from Protestantism, even of those who pass for enlightened. There are many who adhere to the book, so flimsy and poor, by Balmes, and who repeat Bossuet's famous and unfortunate argument.

It helps to corroborate and perpetuate this concept what they hear from the orthodox Protestants they come across, from the Protestants with open chapels, from the pastors paid by some Bible Society, because the Protestant Orthodoxy is poorer and poorer, more rickety than the Catholic , and the superstitious cult that he renders to the Book, to the Bible, in its dead letter is lamentable.

Just as there are those who do not understand that there are Darwinists more Darwinists than Darwin, so there are also those who do not understand or do not want to understand that there are Lutherans more Lutheran than Luther, that is, spirits who have brought out the specific principle of Protestantism, what differentiated him. and it separated from the Catholic Church, consequences that the first Protestants could not extract from it and even before which they recoiled. Because a doctrine that is separated from another has from this other that it is separated more than from itself, and in its beginning what Protestantism had in common with Catholicism was much more than its specificity and differential.

Protestantism proclaimed the principle of free examination and justification by faith - with a concept of faith, be it well understood, different from Catholicism - and to a certain extent the symbolic value of the sacraments; but he continued to preserve almost all the non-evangelical dogmas, and among them that of the divinity of Jesus Christ, due to the work of the Greek and Latin Fathers of the first five centuries, that is, the dogmas of specifically Catholic formation and tradition. But the principle of free examination has brought free and rigorously scientific exegesis, and this exegesis, on a Protestant basis, has destroyed all these dogmas, leaving an evangelical Christianity standing, quite vague and indeterminate and without positive dogmas. Nothing represents this trend better than so-called Unitarianism - as can be seen, eg,in channing's sermons(20) - or a position like Harnack's (21) . And the orthodox Protestants, even narrower of criteria than the Catholics, exempt from this position, and forgetting what Saint Paul said about it, they persist in denying those of us who think so even the name of Christians.

And in a position of this nature Rizal came to find himself, as I deduce from his writings. In such a position, not without a base of Hamletian hesitations and doubts, and always on a foundation of sentimental Catholicism, on a layer of his childhood. Because every poet carries his childhood very much to the flower of his soul and he lives on it.

Rizal was considered a Protestant, and in the letter to Fr. Pastells that is inserted on page 105 of this work, he will be seen opening up about it and talking about his walks, in the solitudes of Odenwald, with a Protestant pastor. I do not believe, on the other hand, what the Jesuits say in their Rizal and his work that he had read "everything written by Protestants and rationalists and collected all their arguments." Do not exaggerate. The religious culture of Rizal was not, according to his own writings it is deduced, the ordinary one among us; but it was not extraordinary, far from it. It was not a dilettantein her. The examples cited by the Jesuits - see note (116) of this work - are most common and very early last century. Only that they were enough to make him a man very knowledgeable about Protestant and rationalist literature in the case of Spanish Jesuits, who in this they know even less than Rizal knew, with this being so moderate and sparing.

The enormous, the shameful ignorance that reigns among us in this regard is what could have led to Rizal being considered a freethinker. No; He was a free believer, which is another thing. Rizal, I assure you, would not have sworn by Büchner or Haeckel.

It is enough to read on page 292 of this book the ingenious and subtle way in which Rizal exposed the principle of the relativity of knowledge, to understand that he was not a dogmatic of rationalism, a theologian in reverse, but rather a free-believer with an agnostic sense and with a foundation of sentimental Christianity. And deep down, it should be repeated, the childish and popular Catholicism, not at all theological, of his childhood, the Catholicism of the former secretary of the Congregation of San Luis. I, who was also secretary of that same Congregation when I was fifteen, I think I know something about this.

Rizal was considered a Protestant and a Germanophile, and we already know what this means between us. In Spain and for Spaniards, passing for a Protestant or something like that is worse than passing for an atheist. From Catholicism to atheism is easily passed; because, as Channing said, and precisely speaking of Spain, false and absurd doctrines have a natural tendency to engender skepticism in those who receive them without reflection, and there is no one as prone to believe too little as those who began by believing too much. It is common to hear in Spain declare that, if you are not a Catholic, you must be an atheist and anarchist, since Protestantism is a middle ground that neither reason nor faith supports. And when someone declares himself a Protestant, they believe him to be sold on English gold. The Protestant appears before us, even more than as an anti-Catholic,like an anti-Spanish. Atheism is even more authentic than Protestantism. Heresy is considered a crime against the fatherland as much or more than a crime against religion.

And here was the occasion to say something about that sacrilegious confusion between religion and country, the unfortunate consortium between the altar and the throne - no less unfortunate than that other between the cross and the sword - and the disastrous consequences that it has brought so much for the throne as for the altar. Well, it is difficult to know if with such collusion the religion has lost more than the country or the latter more than the former.

In note (387) corresponding to page 306 of this book, you will find a wonderful ukase (22) of the governor who was from Pangasinan, D. Carlos Peñaranda, in which he orders the heads of the barangay (23)to hear mass on the days of obligation, under the fine of one peso if they do not do so. This was a brutal attack on the freedom and dignity of those Spanish citizens, and at the same time a manifest impiety. Because to compel a faithful Catholic Christian to fulfill the religious duties of his profession under civil sanction is nothing more than an impiety; It is to deprive that cult offering of its spiritual value and it is an attack on the freedom of the Christian conscience. If the friars who served as parish priests in Pangasinan had had a Christian and Catholic religious sense, they would have been the first to protest this attack.

And then, read once again that deplorable one resulting from the deportation order of Rizal by General Despujol, the one resulting in which it is said that decatolizing was equivalent to denationalizing that always Spanish - today it is no longer so - and as such always Catholic Philippine land . The reading of such things saddens the spirit, and even more so to those of us who believe that in order to truly nationalize Spain, one of the things that is most needed is to decatolize it in the sense in which Despujol and his advisers and spiritual directors took Catholicism. Well, perhaps there is another sense in which it can be said that the Roman Catholic Church is being decatolized.

Rizal passed for a Protestant, for a rationalist, for a freethinker, and in any case for anti-Catholic. And I am convinced that he was always a free-believing Christian, of vague and indecisive religious feelings, of much more religiosity than religion, and with a certain affection for the infantile and purely poetic Catholicism of his childhood. It would not surprise me that, even though I no longer believed with my head in Catholic dogmas, I had once attended Mass everywhere, and one who was born and raised Catholic can nowhere better than in a Catholic temple, outside of his own homeland, get the illusion of being in it.

Rizal condemned to death, under the inspiration of fear his judges, his old teachers, the Jesuits, fell on him and tightened the fence with which they had long besieged him. It is a sad fight.

Few things more instructive than poor Rizal's relationships with the Jesuits, his former teachers. In them one can see on the one hand his excellent good nature, his respect and gratitude to those his teachers who had treated him, and in general treated the Indian, with more humanity, with more rationality, with more Christian spirit than the friars. 3 * ) .

And in them we can also see the irremediable vulgarity and vulgarity of the Spanish Jesuit, with his wardrobe wise men, with his diligent and useful wise men while trying to collect, classify and present news, but incapable of rising to a truly philosophical conception by their education. of things.

In note (363) on p. 293 of this book, Retana says that although the Jesuits offered to publish the present one day, and he adds, I do not know if with irony: "We respect the reasons they have for keeping such curious letters unpublished." I, for my part, suspect that although Rizal's should not be an astonishment, far from it, of religious controversy - I have already said that I believe he never went beyond a dilettante in such matters as in others -, they should remain, nevertheless, the Jesuits are badly off. Because be careful if they are ignorant, vulgar and coarse in these matters when they are Spanish! Suffice it to say that a Fr. Murillo is walking around here who allows himself to write about exegesis and talk about Harnack and Abbe Loisy (24) , and he does so with a scholastic and a frightening insipience.

There is no legend more foolish than the legend of Jesuit science, especially its religious science. They are even more detestable theologians and exegetes.

Only a Spanish Jesuit like Father Pastells could think of giving Rizal the works of Sardá and Salvany to try to convert him (25) . This gives the measure of his mentality or the poor concept that Rizal formed. He only needed to add those of Fr. Franco. And you have to read between the lines, in the story of the Jesuits, the nonsense and vulgarities that Father Balaguer should have dropped on poor Rizal.

And so and with everything Rizal appears defeated, converted, and withdrawing. But not with reasons. Defeated, yes; converted, perhaps; but convinced, no. Rizal's reason did not enter at all in this work. It was the poet; He was the poet who saw death coming; He was the poet before the gaze of the Sphinx that was going to swallow him up very soon, before the terrifying problem of the afterlife; It was the poet who, at the sight of that image of the Sacred Heart, carved by his own hands in calmer days, felt that his childhood rose to the flower of his soul. It was the masterstroke of the Jesuits and was worth more than their all ridiculous reasons (26) .

Poor Tagalog Christ had his olive grove in the chapel, and it is useless to imagine him as a heartless stoic. "I cannot control my reason!" Exclaimed the poor man before the siege of Fr. Balaguer. It yielded; signed the retraction. Then I would read the Kempis. He was before the great mystery, and poor Hamlet, the Tagalog Hamlet, must have said to himself: What if there is? In case there is! Then his spirit must have gone through a state analogous to that of that other great spirit, that of that man of very robust reason, but of feeling even more robust than his reason, who was called Pascal and who said: il faut s'abêtir , " you have to be brutalized "; and he recommended drinking holy water, even without believing, to end up believing.

The account of Rizal's last moments, of his true spiritual agony, is very sad. "We're on our way to Calvary!" And on the way to his Calvary he went, perhaps thinking about whether his sacrifice would be useless; perhaps invaded by that tremendous feeling of the vanity of effort that has overwhelmed so many men on the verge of death.

"What a beautiful day, Father!" I would no longer see days like this, so beautiful. The others would see them; but wouldn't they too die? Would the Philippines see beautiful, clear, clear days?

"Seven years I spent there!" (27) And before his dreaming spirit seven years would pass meek and sweet, like the waters of a stream that runs in a valley of vegetables.

"In Spain and abroad is where I got lost." What does it mean to get lost? The boy babbled into him.

"I have not been a traitor to my country or to the Spanish nation!" No, he was not a traitor. It is Spain that was treacherous to him.

"My great pride, Father, has brought me here." The arrogance! And who, who has a head on his shoulders and a heart on his chest, does not lose his pride? What is this arrogance? He who confesses himself proud has never been so. The others were arrogant, the arrogant were the barbarians who, as an insult to God, threw that sacrilegious one on his corpse. Long live Spain!

"My pride has lost me!" This was said by the mind that corresponded to the hands that carved the image of the Sacred Heart, the mind of the child, the poet. And it was true. His pride, yes, he lost him so that his race could win, because everyone who wants to save his soul will lose it and whoever lets it lose will save it. His pride, yes, his holy pride, the awareness that an intelligent, noble and dreamy race lived in him, the pride of feeling equal to those whites who despised him, this saint, this noble pride lost him.

In La Solidaridad of July 15, 1890, and in the article "A hope", Rizal wrote: "God has promised man his redemption after the sacrifice: man fulfill his duty and God will fulfill his!"

Rizal fulfilled his duty, and the Independent Philippine Church, considering that God has fulfilled his, has canonized the great Tagalog: Saint Joseph Rizal.

VIII
San José Rizal

San José Rizal, and why not? Why should not the sanction of sanctity be given to the cult of heroes?

I think one day to write something about that strange Independent Philippine Church (28) , whose publications I owe to the kindness of Mr. D. Isabelo de los Reyes (29) ; about that strange Church that is an attempt to dress Christian rationalism with Catholic symbols and ceremonies, and whose future seems very doubtful to me. It is not the thinkers who make religions or those who reform them. It seems to me easier that on the basis of the Christian Catholic sentiment that Spain left there, the cult of the homeland itself, the Philippines, should become a religion, and that it appears to them as a pilgrimage to another heavenly Philippines where Rizal encourages and lives in spirit.

I do not know if Rizal, with his fine religious sense, and even in the absence of a great culture in this regard, would have approved a Church in which the hand of the schismatic priest can be seen, in which the footprint of the friar and his disciples can be seen.

We must distrust the schismatic priest or the heretic or renegade priest. Even if he becomes an atheist, the priest wants to continue being a priest, and he wants there to be an atheist Church in which he continues as a priest. The religious reform sees it from his professional point of view.

But whatever this may be, and whatever the naive rationalism of the Independent Philippine Church and its teachings, so naively agnostic and scientistic, it is the truth that he went on to canonize Rizal much more correctly than in other things. As all other things smell like European books, like volumes from the Alcan Library, and that, on the contrary, seems the flower of a spontaneous movement of the soul of a people. And religions are made by people and not by thinkers; the peoples with their hearts, and not the thinkers with their heads.

Thus, the most transcendental act of the Independent Philippine Church is to have sanctioned the canonization of Rizal, promulgated by the Philippine people.

Miguel from UNAMUNO.
Salamanca, 19 and 20, V, 1907.

Unamuno's Notes

  • (1 *) Perhaps there are many Filipinos who are unaware that Tennyson, in his poetry "To Ulysses" ( To Ulysses ), called the eastern Philippines Eden-isles .
  • (2 * ) In my workTres EnsayosI have explained what thischibolete is.
  • (3 * ) It should be noted that the Jesuits, although they do not surpass the members of the other religious orders in culture or enlightenment, but rather are more petulant than they and more ignorant, they far surpass them in education and good manners. They are usually recruited from other social strata.

Editor's Notes

  1. Maragato - native of Maragatería, region of the kingdom of León. [N. of the E.]
  2. The Philippine League , an association whose purposes were to promote industry, commerce, and culture in the Philippines. Its members, mostly enlightened natives, pledged to help each other and protect themselves against the unjust practices of both the colonial government and religious corporations. [N. of the E.]
  3. Liberal politician who along with Sagasta was instrumental in the September 1868 revolution that ended the reign of Isabel II. [N. of the E.]
  4. Epifanio de los Santos, Filipino nationalist writer and politician, contemporary with Rizal. In the aforementioned note, he affirms that Rizal does not convert from a Tolstoy to a Calf, but to a Jesus Christ, the redeemer of his race. [N. of the E.]
  5. Leader and founder of the secret society, the Katipunan, who plotted the popular revolution of 1896 against Spain. He worked as a winemaker for an English company in Manila; He was described by Retana and others of the time as 'commoner' and 'illiterate'. [N. of the E.]
  6. The lines: "... to his adored homeland ... his lost Eden." They are taken by Unamuno from the last and most famous poetry written by Rizal on the eve of his execution, commonly known by the title - although the original did not bear a title - "My last goodbye." [N. of the E.]
  7. It says in the aforementioned pages of Retana's book: ... After these studies [Lippert, Hellwald and others] thought that their people were not an anthropoid people , as the Spaniards wanted to make us see, because they found that the faults and virtues of The Tagalogs were purely human, as he was convinced that the vices and virtues of a people were not peculiarities of the race, but acquired properties, on which climate and history have a powerful action.
    On this that he called 'practical popular art', he continued his studies, for which he observed the life of French and German villagers, since he said that the villagers are the ones who preserve the national and racial particularities for the longest time and are the that he could better compare with his countrymen, since most of them were made up of people from the country. With this attempt he retired for weeks and even months in quiet villages where he carefully observed the movements, attitudes and way of being of the villagers. The summary of his practical scientific studies summarized him in the following propositions:
    1) Human races differ in their outward habits and skeleton, but not in psyche. They are equally passionate; whites, yellows and blacks feel and are moved by the same pains; Only the forms in which these movements are externalized are different, but not even these are constant in the same race, in any people, but they vary by the influence of the most different factors.
    2) Races only exist for anthropologists; for observers of popular life, there are only social layers. Just as there are mountains that do not have the upper layers, so there are also peoples that do not have the upper social layers either; the lower ones are common to all peoples. Even in peoples where civilization is older, as in France and Germany, the main mass of the population is made up of a class that is on the same intellectual level as the main mass of the Tagalogs; they are only separated by the color of their skin, their clothes, and their language. But while the mountains do not grow in height, the towns gradually grow in higher layers. This growth is not, however, dependent only on the aptitude of the peoples, but also on luck and on innumerable other factors,easily recognizable.
    3) Not only colonial politicians, but even scientists believe that there are races of limited intelligence that will never be able to reach the level of Europeans. This, in RIZAL's opinion, is not true; for it says: with intelligence what happens with wealth: there are rich peoples and poor peoples, just as there are rich individuals and poor individuals. The rich man who thinks he was born rich is wrong; he has come into the world as poor and naked as his slave; what happens is that he inherits the wealth that his parents have hoarded. For with intelligence it happens that it is inherited in the same way: thus, peoples who, due to special circumstances, found themselves needed to do intellectual work, came to acquire their greater intellectual development, which was increasing, and being transmitted from one to another.The European peoples have found themselves in these circumstances: that is why they are so rich in intelligence; for they have not only been inherited from one another, but it has also been increased, by the necessary freedom and by advantageous laws, due to some directing spirits who left their intellectual wealth as an inheritance to their present successors.
    4) The unfavorable opinion that Europeans have of the Indians, has its explanation; But it is not fair. RIZAL based it as follows: weak people do not emigrate to exotic countries, but strong men, who not only take preventive lawsuits from their homes, but most of the time they believe they are obliged to exercise dominion over these people. It is known that people of color fear the brutality with which they are treated, and this, because they cannot reply stating their reasons, explains why they collaborate so badly with the work of the Spaniards. It must also be borne in mind that those of color most of the time belong to the lower layers of society: and therefore the judgment of the whites has the same value as that which an enlightened Tagalog of the French could form. and Germans, if he judged them by the shepherds, porters,etc., from these countries.

  8. Dr. Ferdinand Blumentritt, Austrian, ethnologist, linguist, Filipinist and best friend of Dr. Rizal. [N. of the E.]

  9. Small town on the large southern island of Mindanao where Rizal was relegated between 1892-1896. He requested to be sent as a doctor to Cuba and was traveling to Spain in September 1896 when he was arrested and sent back to Manila, to answer charges of sedition, since he had been implicated by members of the Katipunan as the leader of the movement. He was tried by a military court and shot on December 30, 1896. [N. of the E.]
  10. The friars referred to Rizal as a vulgar mesticillo or Chinese mesticillo . [N. of the E.]
  11. Palace where the governor general resided, today the presidential palace, located on the banks of the Pasig River in Manila. [N. of the E.]
  12. Until the 1930s, Spanish was the language of the courts and of Congress. Only after World War II could the definitive switch to English be made in the Philippines. [N. of the E.]
  13. Crisóstomo Ibarra, hero of Noli , is the son of a Spaniard and a Filipina. He returns to the islands after studying abroad for a long time and soon finds himself in trouble with the friars for creating educational projects and because he discovers that one of them was responsible for the imprisonment and death of his father. [N. of the E.]
  14. Tagalog, from the Spanish zaragate . In the Tagalog-English Dictionary of LJ English C.Ss.R. This word appears as "saragate" and not as Unamuno spells it here. [N. of the E.]
  15. In English, "shibboleth" means slogan, motto. [N. of the E.]
  16. Andrés de Urdaneta (1508-1568), Augustinian navigator and missionary who accompanied Legazpi on his expedition to the Philippines in 1564 (Little Illustrated Larousse, 1987).
  17. It is a double play on words that is related to the classic work, "El Desdén con el despén", by the Spanish playwright Agustín Moreto (1618-1669). According to Francisco Rico's analysis in 1971: "The fable or action is this: Carlos, Count of Urgel, in love with Diana, an extremely elusive princess and an enemy of love and marriage, judging it impossible to overcome his elusiveness by regular means of love and performance, he chooses to feign indifference and heartbreak, and with this trace he achieves his attempt, since Diana, surrendered to Carlos's feigned disdain, gives herself to party and gives him the hand of a wife ... The core of the plot : to teach that we only love the inaccessible and that only by pretending to be inaccessible will we obtain that they love us, to show that the best weapon to overcome a disdain is another disdain. " [N. of the E.]
  18. Things are changing and we dare to say that a d. Miguel would not be disappointed with the internationalization of justice and the role that his compatriots are playing in it with respect to the former colonies. [N. of the E.]
  19. On the eve of his execution Rizal wrote a retraction in which he abjured Masonry and returned to the Church. An hour before walking to the shooting site, he married his English mistress Josephine Bracken. Since the beginning of the 20th century, there has been controversy in the Philippines between Freemasons, who deny that there was such a retraction, and supporters of the Church. In the 1930s, members of the San Beda College of Law submitted the document (found in the Archdiocese of Manila after being misplaced for decades) to the analysis of calligraphic experts, who declared it authentic. [N. of the E.]
  20. William Ellery Channing (1780-1842), American theologian, founder of Unitarianism ( Great Larousse Encyclopedia , 1987).
  21. Adolf von Harnack (1851-1930), German Lutheran theologian. He was first a professor (1876), then a member of the Berlin Academy of Sciences (1890), the main representative of the rationalist critical school. "For him the essence of faith resides in piety towards God, like the attitude of Christ. He considers that the Christian is free to criticize dogma, which, according to him, is the intellectual translation of the Gospel, linked to a certain stage of historical development of thought, and influenced by Platonism and Aristotelianism "(Ibidem.).
  22. Ucase , unjust and despotic governmental order ( Dicc. Of Forgotten Words of little frequent use , E. Muñoz, Madrid: Ed. Paraninfo sa, 1992).
  23. The barangay is equivalent to a neighborhood and the head of the barangay would have its modern counterpart in the president of the neighborhood council. In ancient times, the barangay was a rowing boat and tradition says that the islands were inhabited by waves of immigrants from Borneo, Indonesia etc., who traveled in these boats. They gave their settlements the same name and in the time of the Spanish a barangay was made up of "forty-five to fifty indigenous or mestizo families into which the peoples of the Philippines are divided" ( Little Illustrated Larousse , 1987). The ancient chiefs or datus were named barangay heads by the Spanish.
    Retana's note says: "The Governor of Pangasinán D. Carlos Peñaranda addressed the following circular to the Governors of said province:
    'This civil Government being aware that most of the Barangay Heads of that town do not hear mass on days By precept, I hereby warn you that if from now on you cease to fulfill such a sacred duty, attending mass in community, then presenting yourself to the RC Parish Priest and meeting at the Tribunal to find out how many orders are related to the position you hold and Others that concern you, you will be incurred in a fine of five pesos for each offense incurred and one peso for each Head of barangay and for each time you stop attending mass without justified reason. Acknowledge receipt, and file it. —Lingayén, June 12, 1891.Peñaranda . '
    "This document gives a perfect idea of ​​what men were transformed there. Peñaranda, who has a place in the history of Spanish Literature, had distinguished himself in Puerto Rico for being excessively sympathetic to the islanders; he did not hide that he had been a 33rd degree Mason. nor his democratic ideals. And this man in the Philippines completely annuls all his antecedents to dictate the transcribed circular. But he did even more: he gave another one that caused the astonishment of all Spaniards ... in Spain: there was no lack of a Madrid newspaper calling him Peñaranda I , by the circular that we reproduce below (which almost all peninsular newspapers reproduced):
    Civil Government of Pangasinán . - Governor of ...
    This Government has been observing, with the greatest surprise, that the natives not only do not greet the peninsular Spaniards that they meet on the public highway, but also that they do not pay that tribute of consideration and respect to persons constituted in authority, or that by their functions they belong to the Public Administration.
    Considering that this lack of respect also involves a reprehensible ingratitude on the part of the Indian towards the descendants of illustrious men, to whom they owe their moral and religious education and the benefits of their present civilization, and taking into account the faculties granted to me by the Article 610 of Title 5 of the Criminal Code in force in these islands, I have agreed to the following:
    1. Every Indian, whatever his class and social position, when meeting in the public highway with officials invested with an authority, be it governmental, judicial, ecclesiastical or administrative, will be discovered in proof of respect.
    '2.º In the same way, and as proof of consideration, it will be discovered by all the peninsular Spaniards.
    3. The offenders of this provision shall be punished with a fine of five pesos, or in the event of insolvency, with the equivalent subsidiary prison and destined to public works.
    4.º You will publish by bandillo, during three consecutive nights, in the dialect of the country, the prescriptions contained in this order for general knowledge.
    You will acknowledge receipt of this order, which you will file as indicated. - Lingayén, May 29, 1891. - Carlos Peñaranda . '
    La Solidaridad , written by Indians (who in Madrid were not Indians , but Spaniards born in the Philippines), put this comment:
    'Let's see: it is ordered on the side that the Indian is discovered in the wake of all peninsular Spaniards as proof of consideration: why shouldn't the peninsular be discovered as the Indian passes, the latter being as Spanish as the former, and furthermore the Indian has the legitimate right to be at home, the peninsular being a pilgrim who, perhaps , far from providing welfare, exploits it? '
    "This was, after all, the good doctrine, which, naturally, the Filipinos in their country residents viewed with great pleasure the anger of the Governor, who had acted (needless to say) at the suggestion of the friars, without realizing that In Spain, the Indians could say what López Jaena said in La Solidaridad on October 15 of the same year:
    'The Indians are no longer meek lambs that are taken to the slaughterhouse; they have a notion of their dignity and their right; they are men like the friars, like the Governor who dictated the party; and as men, they have known that compliance with the law does not consist in greetings or kissing hands , but in duly fulfilling their duties as a good Spanish citizen. ' (Synthesis of the doctrine supported by RIZAL.)
    "But there was still another Governor who went further than Peñaranda. In La Solidaridad of March 15, 1894 it is read that upon taking over the civil command of one of the southern provinces of Luzon, a man Lieutenant colonel of artillery (he does not mention the name), addressed to the Governors a circular that read verbatim:
    'In taking charge of the command of this province, I warn you that the norm of my conduct will be to adhere at all to the provisions of the Laws and regulations in force, being inexorable for those who lack them, as well as secure support and guarantee to do justice.
    'You will keep the greatest attentions and respects with the reverend parish priests, the ONLY ones whom you will be able to teach and consult in the orders that you receive from this Government, without anyone else having to find out about them. '
    "Who was in charge in the country, the Minister or the friars? Who was the master ? Well then: the Indians who held good doctrine here, we called filibusters ; and the authorities who committed such imprudence there, were called distinguished patriots . "
  24. Alfredo Loisy (1857-1940) "French exegete who professed the absolute independence of biblical criticism and ecclesiastical history with respect to revelation and dogmas, conceiving a historical Christ different from the Christ of faith. In 1902, under the pretext of Refute The Essence of Christianity , by A. Harnack, published The Gospel and the Church , which was condemned by the Archbishop of Paris (1903). He was excommunicated in 1908, broke with the Church and was later professor of the history of religions at the College of France (1909-1933). Among his outstanding publications are: Pagan Mysteries and the Christian Mystery (1919) and Human Morality (1923) "(Great Larousse Encyclopedia, 1987).
  25. Félix Sardá y Salvany (1844-1916) Spanish ecclesiastic. "... He enjoyed great fame as an integrist polemicist. For 43 years he directed the popular magazine, a Catholic weekly, and published numerous pamphlets, later collected in Catholic Propaganda (7 vols., 1803-1890). However, it was Liberalism is a Sin (1884), the greatest exponent of his fundamentalism, the work that caused the greatest controversies "(Ibid.)
    Integrismo: "Political-religious tendency of some Catholics who pretend to profess an integral Catholicism associating it with a conservative ideology. From the end of the 19th century and the beginning of the 20th, and particularly during the entire modernist crisis, Catholics who wanted to show off their unreserved adherence to Catholicism used to give themselves the name of upright Catholics. Integrism has come to mean a kind of religious totalitarianism that seeks to extract only from faith the answer to all questions of private and public life, and that, consequently, denies the legitimate autonomy of the different spheres of life, subjecting them to the direct authority of the Church. Integrism, however, is more a temperament than a current. Its fundamental features are: uncompromising fidelity to the pontifical teachings;open struggle against naturalism, secularism, revolution and communism; certain moral puritanism "(Ibid.).
  26. Rizal at the age of 14 had carved the image of the Sacred Heart out of noble wood as a gift to one of his teachers who was returning to Spain, but it had stayed with him. The day before his death, one of the Jesuits who accompanied Rizal in the chapel brought him the image, leaving Rizal deeply moved. [N. of the E.]
  27. Rizal said while walking next to the walled city Intramuros, seeing the tower of the Ateneo de Manila church, where he was a student from 11 to 18 years old. [N. of the E.]
  28. Known in the Philippines as the "Aglipayan Church". Its founder, Gregorio Aglipay, was a Catholic priest who passed the revolutionary government and formed the Philippine church in August 1902. [N. of the E.]
  29. Filipino patriot and writer. [N. of the E.]

 

WE Retana. Life and Writings of Dr. José Rizal . Madrid: General Library of Victoriano Suárez, 1907. [Illustrated edition with photogravures. Foreword by Javier Gómez de la Serna and Epilogue by Miguel de Unamuno. Digital edition and notes by Elizabeth Medina ]

© José Luis Gómez-Martínez
Note: This electronic version is provided for educational purposes only. Any reproduction for other purposes must obtain the corresponding permissions in each case.


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